Boonen sólo tiene un rival, él
El vencedor en Córdoba no corrió el Tour por dar positivo, fuera de competición, con cocaína
Daniele Bennati arrabetó el maillot oro a Valverde y es el nuevo líder de la general. Pero la tercera etapa de la Vuelta a España la ganó un superviviente. V ivir es una aventura. Para unas personas más que para otras y en unos lugares del mundo, más difícil que en otros. Para Tom Boonen la vida se ha convertido en un tobogán que depende como se mueva le aporta triunfos, dinero, una existencia placentera en Montecarlo, donde vive, y también disgustos. Como el que tuvo el 26 de marzo de este año, dos días antes del inicio de la Vuelta a Bélgica, cuando en un control sorpresa rutinario realizado por el gobierno flamenco, fuera de competición, dio positivo con cocaína. La policía registró las casas de sus padres, de su novia y de sus hermanos. El problema es que en Bélgica se desataron rumores durante el invierno del consumo de cocaína por parte de algunos corredores. El especialista en ciclo-cross Vanoppen fue detenido por idéntico motivo. M ientras ese proceso seguía su curso, Boonen tenía problemas con su coche. Se ha quedado sin carnet por exceso de velocidad. Puede dar gracias al nuevo reglamento de la UCI, que entró en vigor en el 2005. Por él sigue corriendo. Con el antiguo le hubieran sancionado dos años. Un positivo con cocaína fuera de competición no tiene sanción. Si el control se lo hubiesen hecho un día antes, en vez de dos, de comenzar la Vuelta a Bélgica, estaría sin correr. Nadie dudó que la cocaína que apareció en las muestras que le tomaron no la había utilizado para mejorar su rendimiento deportivo. Eso no les importó a los organizadores del Tour, que para preservar la imagen de su carrera le dejaron fuera. Nadie movió un dedo, ni los grupos deportivos, ni los ciclistas. Todos tragaron con la decisión de ASO. Estamos en la Vuelta a España, cuya organización tiene capital francés. Él mismo Tom Boonen que no pudo correr el Tour, sí ha sido bienvenido a la Vuelta. Vivir para ver, y no creer. El corredor belga ganaba y se deshacía de parte de la rabia que llevaba acumulada desde hace tiempo. Bennati, Zabel y Koldo Fernández de Larrea poco pudieron hacer. Si es cierto que Bennati le incordió hasta el último momento, lo que termina por no servir de nada si Boonnen quiere y está en forma. 152 km. en solitario La etapa, castigada por el sol, acumuló un retraso de media hora sobre el peor horario previsto por los organizadores en Córdoba. Tuvo como protagonista a un corredor andaluz, Manuel Ortega, el jienense que atacó de salida y permaneció 152 kilómetros en solitario. Llegó a tener hasta quince minutos de ventaja. Lo tenía casi imposible para poder ganar y encima tuvo la desgracia de que Paolo Bettini atacó en el puerto de San Jerónimo, con lo cual se le complicaron más sus escasas posibilidades. Más que contento, Tom Boonen debería ser agradecido e ir poniendo velas en todas las iglesias que se encuentre durante la Vuelta. Si se para a pensar un poco, no necesita mucho tiempo, se daría cuenta que su vida, por un día, sería otra muy distinta a la actual. No sería tratado como una estrella del deporte. Una vida que acabó por convertirse en algo público en su país, lo que le obligó a marcharse a vivir a Montecarlo, y no sólo por temas fiscales. Su popularidad llegó a tanto que al relaciones públicas del Quick Step, Alessandro Tegner, llegaron a ofrecerle dos personas 500 euros cada una si les daba el teléfono del corredor, para hablar con él. Ser un ídolo en Bélgica no es nada fácil. Si se ganan etapas en el Tour, clásicas como la Paris-Roubaix o la Vuelta a Flandes y se consigue el Campeonato del Mundo, es complicado llevarlo bien. No da un paso sin que le reconozcan por la calle y todo lo que hace se magnifica. El ciclista que en la Vuelta a España pasa más bien desapercibido es un Dios en su país, con pies de barro, que le han llevado a caerse, pero no a derrumbarse. Sus patrocinadores le han dado su apoyo. En Bélgica, sólo Justine Henin, la tenista, y Stefan Everts, varias veces campeón mundial de moto-cross, pueden competir en popularidad con él. Decenas de aficionados hacían guardia en su casa. No ha llevado bien convivir con un éxito arrollador. En Bélgica, que saben de grandes campeones, también tiene historias tristes, como la de Frank Vandenbroucke. Ganar no siempre es sinónimo de éxito, aunque lo parezca.