Diario de León

Fútbol | Juega la selección

España se encarrila

La selección golea a Estonia. Juanito derriba de un cabezazo el muro estonio, a la media hora del partido, y luego fue coser y cantar. La clasificación para el Mundial está hecha

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Ignacio Tylko - tallín
León

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Victoria cómoda, clasificación para el Mundial de Sudáfrica encarrilada, ningún lesionado y el récord de imbatibilidad de Casillas conseguido. Sin brillo pero con contundencia, la selección cumplió todos sus objetivos en Tallín. Dijo Del Bosque la víspera que Estonia poseía armas suficientes para poner en peligro a España si no se jugaba con tensión, pero no se lo creía ni él. Era la pose de un hombre educado y extremadamente respetuoso con cualquier rival. Los voluntariosos bálticos aguantaron encerrados en su cueva mientras les duró el físico, apenas media hora. Cuando salieron, fueron un querer y no poder. Su fútbol es tan rudimentario que, con todos los respetos, hasta Pedro Picapiedra sería internacional y competiría aquí por el Balón de Oro . En cuanto Juanito abrió la lata de certero testarazo, tras falta tocada con maestría por Xavi, se acabó la historia. Ni si quiera les apoyó su público, que no llenó el Arena Le Coq, un estadio con nombre de cerveza, poca luz y muchas goteras. Unas 7.500 personas ante el campeón de Europa eran la prueba palpable de que Estonia no vive para el deporte rey. Ópera, rock, erotismo, la vida nocturna más animada del Báltico, pero fútbol, lo que se dice fútbol, el que ven por la tele los fines de semana. Y lo practican en la Premier y en la Liga. Hasta la granadina Rosa, cuando compitió hace seis años en el festival de Eurovisión celebrado en Estonia, tuvo más seguimiento de la parroquia local. Esta vez el técnico charro no jugó al escondite y puso en liza el equipo con el que ensayó el viernes. Brindaba por vez primera la titularidad a Juanito y a Xabi Alonso. Con el bético, sustituto del renqueante Albiol, quería más fortaleza aérea. La apuesta le salió perfecta. Y con el donostiarra, un timón que colaborase con Xavi en la dirección, en la salida del balón. Pero faltaron movilidad, fluidez, intensidad, profundidad y rupturas por banda. Del Bosque, el hombre tranquilo, asomaba desde el banquillo. Pedía una y otra vez a Cazorla que se abriera más a la derecha, que fijara a su lateral, y a Xabi que no tocara en horizontal para evitar el riesgo de perder el balón en zona peligrosa. España, ciertamente, tardó en orientarse en territorio desconocido, minado. Pero nadie, ni los propios estonios, dudaban de su triunfo. Era sólo cuestión de tiempo, de madurar al impetuoso enemigo. Comenzaron tan incómodos y atascados los reyes de Europa que hasta permitieron al impronunciable Voskoboinikov plantarse solo ante Iker. El mostoleño le aguantó y el delantero se asustó ante el mejor portero del mundo. Pero fue un despiste imperdonable, de los que se pagan caro ante un rival de verdad. De esos fallos que recordaron aquellas derrotas de hace dos años en Irlanda del Norte y Suecia que lanzaron contra las cuerdas a Luis Aragonés y marcaron el punto de inflexión entre una selección perdedora y otra campeona. Sueño peligroso Torres, celosillo de ese Balón de Oro con el que sueña, molesto por lo que considera una campaña de la prensa madrileña en favor de Iker, decidió aparecer. Se abrió, recibió un gran pase de Xavi pero erró en la definición, como cuando vestía de rojiblanco. Fue un aviso del 0-1, que llegó en una acción de estrategia y por arriba, donde se suponía que los fornidos estonios eran superiores. Meras conjeturas. Casi a renglón seguido, un mal despeje de Puyol se convirtió en un soberbio pase a Villa. Cuando Torres iba a rematar, le derribaron por detrás. El Guaje no tembló en el penalti. Colorín, colorado. Con todo resuelto, Del Bosque ya podía dosificar a sus hombres, pensar en Bélgica. Pronto, retiró a Ramos y propició el debú de Iraola en competición oficial. España intentó dormir tanto el partido que los ex soviéticos resucitaron y rondaron el gol que arruinaría el registro de Casillas. Las balas estonias eran de fogueo y las españolas de doble trayectoria. Torres remataba al travesaño y Puyol no perdonaba. Entonces, España ya jugaba con Cesc y Torres solo en punta. Como cuando alcanzó el cielo de Viena.

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