Decepción y pobres resultados en la apertura de la caza menor

La apertura de la temporada de caza menor, que se producía el pasado domingo día 26 de octubre, ha dejado un profundo desencanto en la mayoría de cazadores que, de forma masiva, han salido al campo y al monte. Se esperaban resultados pobres y así han sido en la mayoría de acotados. Perdices escasas y menos liebres en una jornada en la que el buen tiempo puso la nota dominante. Incluso al medio día el calor resultaba excesivo para finales de octubre y los perros acusaban la falta de agua. Resulta evidente que la perdiz ha criado mal o no ha criado, y que en algunos acotados hay menos de las que quedaron la temporada pasada. En otras zonas, sin embargo, puede considerarse un año normal tirando a flojo, pero con perdices para poder divertirse sin grandes alegrías. Desde que las sociedades de cazadores gestionan sus propios acotados, suele hacerse un balance, siempre aproximado, del número de piezas abatidas. Según datos que van llegando a la Federación de Caza el promedio de perdices abatidas no llegaría a una «patirroja» por escopeta, y eso en el primer día. En Valderas, uno de los mayores acotados perdiceros pudieron abatirse unas treinta, cuando lo normal serían diez veces mas. En otros acotados como Valdevimbre o Valencia de Don Juan hubo cazadores que consiguieron el cupo de tres perdices y una liebre, aunque otros ni las vieron. Pero tal vez la mayor decepción se vivió en Pajares, uno de los mejores acotados de Tierra de Campos, donde hubo abundantes ceros. En Tierras de León se vieron los bandos de siempre, pero muy mermados. Así cuando en estos primeros días deberían levantarse bandos de doce o catorce perdices, las poblaciones apenas llegan a la mitad. La prueba evidente del mal año se constata al comprobar que una gran parte de las piezas abatidas son «pájaros» adultos cuando no viejos. Preocupa la liebre Pero si decepcionante resultó la perdiz, bastante peor resultó la liebre. En algunos acotados, precisamente los mas lebreros de Tierra de Campos, las «rabonas» están al borde de la extinción. No resulta extraño en estas condiciones que se haya veda do la caza del roedor tanto con los galgos como con las escopetas en cotos como Mayorga o Castro. En otros se hará con toda probabilidad en las próximas semanas. Los rumores son múltiples y variados y van desde los estragos ocasionados por la tularemia hasta el envenenamiento producido por los cebos destinados a los topillos o los propios topillos muertos que, ocasionalmente, pueden ser consumidos por las liebres que tienen fama de carnívoras. Probablemente la realidad sea más tozuda pese a que era previsible que la forma de combatir a los topillos, precipitada y poco escrupulosa con el medio ambiente, iba a repercutir en la caza. ¿Hasta qué punto la actuación de la Consejería de Agricultura ha podido afectar a las piezas cinegéticas? Esta es un a pregunta que ya se están haciendo en la Federación de Caza. También hay aspectos positivos. En la misma medida que escasea la caza menor, nos encontramos ante un año magnífico para el jabalí y también para el corzo. El pequeño cérvido abunda en toda la montaña llegando incluso a desplazarse hasta zonas bajas de ribera donde sorprende en bastantes ocasiones. Los cochinos son todavía mas frecuentes. En las pocas semanas que se llevan cazando se han abatido casi tantos como en el mes de diciembre del pasado año. No hay montería, sea en montaña o en maizal, donde no aparezcan varios jabalíes de todos los tamaños, si bien en los campos de maíz resultan muy difíciles de abatir todavía, ya que no se ha empezado a cosechar y las «manchas» son enormes. En cuanto al resto de piezas cinegéticas el conejo de monte bien aunque muy desigual y también los ánades muy concentrados en las zonas de ribera.