Diario de León

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Cintos del este, sueños de ébano

Miriam Marcos, Héctor García y Clemente Fuertes participan en Lomé (Togo) en el campeonato que reunió a luchadores de más de 50 países, 23 de ellos africanos

En la foto superior, el podium de lucha al cinto, estilo libre, en menos de setenta y tres kilos, co

En la foto superior, el podium de lucha al cinto, estilo libre, en menos de setenta y tres kilos, co

Publicado por
A. Barreñada
León

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togo

En el campo de Tsadomé, en Togo, África ecuatorial, junto a la primera piedra para su soñado estadio de fútbol, con la que se honra al amigo J. Antonio González, aguardaban los niños del pueblo de Koffi Amesuwo Agbenyega; parecería tan extraño el nombre si no fuera uno de los nuestros, un ya leonés, que desde esta tierra de acogida trabaja cada día con la mirada fija en los suyos de allá, del departamento de Kpalimé, con el esfuerzo e ilusión que le fueran reconocidos en la Gala provincial del Deporte con el galardón a los

. Decía Ryszard Kapuscinsky que el tesoro de estos lugares pobres es su franca sonrisa: «La vista de unos dientes blancos nos anuncia al anfitrión hospitalario, al amigo cordial. No se dedicarán a lamentar su suerte; lamentarse sería una falta de educación. Nos darán la bienvenida ofreciéndonos lo que tengan-¦»

Lo primero con que nos obsequiaron esos pequeños que lucían su equipación de gala para recibir a otros leoneses fue su juego del balón. No era esta campa desnuda e irregular el gran Estadio de Kégué, ni el que ellos sueñan, porque una hiena robó los fondos a él destinados, pero con sus pies desnudos -“las gastadas chancletas había que preservarlas-“ trazaban las mágicas habilidades que en nada debían envidiar a las de su idolatrado artillero Adebayor. Y ni un solo mal gesto: sobraban los jueces. Miriam y

disfrutaban, a plenos sol y corazón.

Bajo su árbol de Concejo nos recibieron en casa, en casina; nos agasajaron con su

de palma y disfrutaron con nuestro Aluche, del que, con muestra de unas mínimas mañas, les fue suficiente para revelar todas sus admirables condiciones. Una niña lloraba al ver a los primeros tipos de una extraña tribu descolorida; Nicolas y Agnes no soltaban la mano de la que llegaban chuches y caricias. Al padre de Nicolas, nos decían, lo mataron con vudú. De él cuida la familia.

El sueño de Koffi y los suyos, amenazado por el robo cruel -quien se comprometió a realizar el trabajo de explanación del terreno se llevó el dinero y les dejó un montón de chatarra- , es que sobre ese campo desarrapado se levante el Estadio de Fútbol. Para ello reúnen, aúnan, una y otra vez, las que haga falta, su esfuerzo y la colaboración de los amigos. De una bolsa que se pudo llevar a Tsadomé salieron algunas camisetas y chandals, cintos del aluche, unos puñadines de caramelos y un balón que nunca dejará de llegar desde León.

El sueño merece hacerse realidad. Uno de nuestros mejores lanzaba la propuesta para ayudar a ponerlo en pie: «Vamos a hacer un corro de lucha para este Estadio».

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