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Fútbol | Primera División

El Atlético se hunde en casa (2-4)

Sin fútbol ni actitud, los rojiblancos fueron humillados en el Calderón por un combativo Osasuna ante el hartazgo de su público. La afición condenó el ridículo con una pitada

El delantero argentino del AtléticO, Kun Agüero, observa a los jugadores del Osasuna celebrando un g

Publicado por
David Valera
León

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Tarde de pitos en el Calderón. El Atlético se despidió, salvo milagro, de disputar la Champions la próxima temporada. Todas las carencias, y son muchas, de los rojiblancos se concentraron en un partido que pone punto y final al sueño del cuarto puesto. Un Osasuna ordenado fue suficiente para desarbolar la zaga local y endosarle cuatro goles. Los de Camacho lograron una plácida victoria basada en el esfuerzo, sacrificio y actitud que nunca tuvo su rival.

El Atlético de Madrid desesperó a su afición. Volvió a ser el equipo blando en defensa, inexistente en la línea medular e intermitente en ataque. Esto se traduce en mal juego, muchos goles encajados y una paupérrima imagen. Los rojiblancos son capaces de tutear a Barcelona y Real Madrid y después humillarse ante Mallorca y Osasuna debido a una descompensada plantilla que depende de la motivación de sus jugadores más ofensivos para sacar los partidos adelante.

Nada más comenzar el choque los rojillos avisaron con un remate de Masoud al larguero. En la jugada siguiente, una falta mal defendida por la zaga rojiblanca permitió a Pandiani marcar el primer gol. Los locales quedaron desconcertados. Los pupilos de Camacho le cedieron la pelota sabedores de la incapacidad -˜colchonera-™ por dar tres pases con sentido. La individualidad salvó a los locales. Forlán, el único que parece motivado en el tedioso equipo madrileño, encontró un hueco en el muro defensivo navarro y de un zurdazo en la frontal del área batió al cancerbero rival. Diana número 20 del uruguayo. Algo espectacular con este equipo.

Tras el empate llegaron los mejores minutos del Atlético, es decir, juego plano y horizontal, lento y previsible, sin crear peligro pero sin que se lo creen. Todo un mérito. El público se entretenía silbando cada balón que tocaba Pernía, o cada pase atrás de cualquier jugador, algo bastante habitual. Aguirre tuvo que perdonar a Maniche para dar fuerza y consistencia al centro del campo -˜colchonero-™. Abel no tuvo clemencia con el portugués, y el equipo se partió. Banega no funciona y Assunçao no es un organizador. El equipo no tiene cerebro y los puntas se aburren persiguiendo pelotazos de 50 metros cansados de inventar jornada tras jornada.

Al filo del descanso, Ujfalusi erró en el despeje de un córner y puso en bandeja el segundo a Osasuna. La pitada que acompañó a los locales camino del vestuario se agravó cuando a los dos minutos de la reanudación, Pandiani marcó el segundo en su cuenta particular y el tercero de su equipo. El Atlético tuvo la peor reacción posible: la indiferencia. Su juego no varió un ápice. Ni aumentó la presión, ni fue más agresivo y mucho menos atacó con rabia. El Calderón los despidió con una sonora pitada.