Crónica de una muerte anunciada

Todo principio tiene su fin, aunque éste se produzca antes o después. Las relaciones conllevan un vínculo y en ellas se producen momentos de satisfacción y situaciones complicadas. Cuando surgen los problemas se deben atajar desde el principio y buscar soluciones cuyo único destino es resolverlos.

Las ideas deben estar claras y los objetivos más que definidos, pues si no las tiranteces y los malos entendidos pueden convertirse en una auténtica lacra que acabará destrozando todo, y llevándose por el medio lo que haga falta. La sensatez, trabajar por un objetivo y la dignidad son necesarias para lograr un sólo fin, sino los cadáveres del camino.

El estado de ánimo hace concebir buenas o malas sensaciones que luego pueden ser aplicables mirando a quien, con quien, y para quien. Cada uno debe buscar alcanzar sus propios objetivos, si es que han sido realmente fijados, cosa que puede dudarse mucho en algunos casos. Los fallos de los rivales siempre son bien recibidos y permiten mantener las aspiraciones.

Lo peligroso se produce cuando a pesar de los errores ajenos los aciertos propios no llegan, y entonces es cuando comienzan los problemas y el papel de la excusa resulta ser el vocablo más utilizado. Si a esto unimos que cuando se producen aciertos también los tiene el contrario, la palabra suerte se convierte entonces en la más pronunciada.

La necesidad de puntuar se hace cada vez más acuciante y cada punto cuesta conseguirlo sangre, sudor y lágrimas. Parece mentira que ahora sea más difícil puntuar que en la primera vuelta, cuando el valor de los puntos es el mismo. Solamente varía la situación, y es que unos por estar arriba, otros por estar en la zona tranquila y los de abajo por huir del descenso, cada vez tienen menos margen de fallo y posibilidad de corregir el error. El espectáculo puede agradecerlo, pero la tensión aumenta y la presión se dispara.

Todas estas trayectorias irregulares conllevan a preguntarse una serie de interrogantes que alguien debe contestar y resolver con fundamento como, ¿Motivación, falta de intensidad, creerse superiores, poco ritmo, desconcentración, bajón físico y psicológico... ? Quizá como alguien dijo: ¡influirá la semana de pasión o tal vez la de resurrección! En breves semanas saldremos de dudas.