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Feliciano cae ante el proscrito Beck

El tenista eslovaco ganó al mejor español actual en Wimbledon en su regreso al Grand Slam

Feliciano López devuelve una bola al eslovaco Karol Beck durante el partido de ayer.

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| londres
León

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El 13 de febrero de 2006 se celebró en Londres el juicio del comité antidrogas del tenis internacional contra Karol Beck. Le habían detectado clembuterol en una muestra de orina, cuando jugaba seis meses antes una semifinal de la Copa Davis contra Argentina. Es una sustancia que expande los bronquios; se ha usado para tratar el asma. Y facilita el esfuerzo físico.

Beck se presentó ante el tribunal deportivo con su madre y su padre, que es también su manager. Alegó que un conocido, celoso de sus relaciones con una chica, pudo envenenar su bebida diez días antes del control, en Bratislava, donde estuvo bebiendo y bailando en dos clubs nocturnos. Y era posible también que al llegar a su casa aquella noche tomase por error una pastilla de su madre, que es asmática, y que tiene un envase muy parecido al clembuterol. El tribunal dijo que Beck declaraba su inocencia sin ofrecer ninguna prueba para mostrarla.

El tribunal no le hizo caso. El tribunal también desoyó a su padre -Karol, como su hijo-, que pidió que no se tomase ninguna decisión mientras se resolvía una diligencia que él tenía abierta en Eslovaquia. Había informado a la policía secreta de una posible conspiración contra su hijo, por mera envidia o para hundirle en vísperas de la final con Croacia.

Ayer, Karol y Karol Beck, padre e hijo, se dieron la mano sobriamente tras la eliminación de Feliciano López en la primera ronda de Wimbledon, con victoria del eslovaco por 1-6, 7-5, 6-3, 4-6 y 10-8. Aunque el padre supo cinco segundos antes que no iba a contener las lágrimas y se cubrió con unas gafas oscuras de sol. Es el corazón blando de los tipos duros. Minutos antes, recitaba reproches intimidatorios al oído de un juez de línea que había cantado una bola, en la íntima pista 18, que no gustó a su hijo.

Semanas antes de que aquel tribunal fallara en su contra, Beck, que tenía 23 años, era el número 36 del ranking mundial. Se pasó dos años sin jugar. Volvió al final de 2007 como número 1.000 y pico. Está ahora el 143 y llegó a la primera ronda de Wimbledon, su primer grande desde 2005, porque Marcos Baghdatis se retiró a última hora por lesión. Había ganado a su rival, Feliciano López, en tres sets, en los cuartos de final de la Copa Davis, en aquel 2005 para él fatídico.

Jugó con una camiseta de patrocinador irreconocible, un rostro de juventud taciturna y una tobillera usada y sucia, una tobillera de telón de acero. López, cabeza de serie número 21, lo arrolló en el primer set. Pero luego Beck enderezó sus golpes y el partido se extendió en cinco sets igualados.

López dice que le perjudican las pesadas bolas que amortiguan el impacto de los sacadores en este torneo, donde ha estado dos veces en cuartos de final. Total, que paseaba su porte de hidalgo con bandana de marca comercial y bronceado de pasar buena parte del día sin armadura de caballero andante, preguntándose qué hacer cuando uno está fuera de Wimbledon, el primer lunes, a las cuatro de la tarde.

Enfrentarse con Federer. El español Fernando Verdasco, séptimo cabeza de serie, admitió ayer tras plantarse en la segunda ronda de Wimbledon, que está ahora más recuperado que en las últimas dos semanas y en cuanto a su meta para esta edición indicó que sería «jugar unos cuartos de final con Roger Federer».

«Los dos últimos torneos no fui a ganarlos (Halle y Hertogenbosch). No estaba preparado. Ahora para Wimbledon tendría a Federer en unos posibles cuartos de final, y mi meta sería jugar esos cuartos de final con Roger Federer, aunque para ello todavía tengo que ganar tres partidos muy duros si quiere llegar a esa ronda», señaló.

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