Diario de León

ciclismo. tour de francia

Contador aleja a Armstrong

El español demuestra su calidad con la llegada de la montaña, golpea en el que es su terreno y deja a Armstrong sin amarillo

Alberto Contador empezó a demostrar su calidad con la llegada de la montaña.

Alberto Contador empezó a demostrar su calidad con la llegada de la montaña.

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benito urraburu | arcalís
León

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Alberto Contador cogía el ascensor de su hotel, situado en los alrededores de Barcelona, a las 8.55 horas de la mañana, en compañía de Haimar Zubeldia. Es uno de esos rituales que acompañan siempre al ciclista, que repite muchos de sus movimientos, de sus acciones, de forma sistemática, mecánica, a lo largo de su carrera.

Seis horas después, Arcalís le recibía, no como vencedor, ni siquiera como maillot amarillo, pero sí le dejaba con una batalla ganada, la psicológica, a la espera de que los hados le permitan ponerse de líder este sábado en Saint-Girons, en una de esas etapas extrañas, de las que se esperaba mucho más y en la que lo único que vimos fue una escapada y el azul del Astana tirando en cabeza del pelotón.

Contador se ha puesto por delante de Lance Armstrong en la general, con lo que si hay amarillo será para él. La primera impresión es que no todo el mundo ha digerido esa maniobra con la misma alegría en su equipo.

El norteamericano se mostró tajante: «el ataque no estaba previsto, pero ya me lo esperaba». Levi Leipheimer comentaba lo mismo a una televisión estadounidense: «el ataque de Contador no era lo acordado». Eso quiere decir que el de Pinto se saltó el guión original previsto en Astana, que tenía como objetivo vestir a Armstrong de amarillo en Arcalís.

La túnica sagrada del ciclismo está en las espaldas de un veterano italiano, Roberto Nocentini, después de una etapa ganada por Brice Feillu (Agritubel). Nocentini, 31 años, es un italiano que se gana la vida en Francia, en el Ag2r. Un ciclista que en sus años de aficionado estaba considerado como un hombre de futuro para carreras de tres semanas, al nivel de Iván Basso o Danilo Di Luca.

Se quedó en el camino, como otros muchos.

La escapada en la que se metió, en la que también estaban Iván Gutiérrez y Egoi Martínez, aguantó más tiempo del que pensaban en Astana. Dejaron que caminase una fuga, que finalmente se les descontroló. Llegó a tener 14.20 de ventaja.

Calcularon el tiempo, lo máximo que podían dejarles coger, pero no fueron capaces de conocer hasta donde llegaba la resistencia física de los fugados: ya saben, las matemáticas en ciclismo no son exactas.

Era la última oportunidad de que Lance Armstrong se vistiese de amarillo. Con Contador delante, salvo que se pare, lo más normal es que quien se ponga de líder sea el madrileño.

Arcalís es la misma montaña en la que otros corredores también dejaron sus gotas de sudor. Pero nada es igual. La vida gira muy deprisa, los momentos acaban convirtiéndose en ilusiones, las situaciones parecen iguales, pero no lo son.

Lo que hemos visto en el Tour no tiene nada que ver con la etapa protagonizada por el alemán Jan Ullrich. Es un ciclismo diferente, distinto, más de defensa que de ataque, con las florituras justas.

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