Diario de León

ciclismo. tour de francia

Contador eclipsa a Armstrong

El español se queda sólo en la ascensión a Verbier, gana la etapa, se viste con el jersey amarillo de líder y aventaja al americano en un minuto y 37 segundos

Contador, a la izquierda, celebra en el podio su victoria y liderato, mientras que Armstrong entra e

Contador, a la izquierda, celebra en el podio su victoria y liderato, mientras que Armstrong entra e

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benito urraburu | verbier
León

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«No, no es el día más feliz de mi vida. El más feliz fue cuando volví a correr en enero de 2005, en el Tour Down Under, en Australia. Estuve a punto de quedarme muerto en la carretera después de mi accidente». Alberto Contador luce de amarillo en Verbier, una estación alpina desde la que se ve la cumbre del Mont-Blanc o el macizo de Combins. Todo es majestuoso, hasta la sonrisa del nuevo líder que sólo tuvo un momento de duda cuando subió al podio y explayó con ganas sus brazos.

Los músculos de su cara lo decían todo. Para él era una revancha deportiva. Ni el Tour, ni el Giro, ni la Vuelta que tenía ganados le servían para mucho en este Tour. La sombra de Armstrong es muy alargada, pero no llegó hasta él cuando atacó a falta de 5,6 kilómetros de la meta. Subiendo no hay equipo, no hay compañeros, no hay casi nada, salvo las piernas, el corazón y el cerebro de cada uno.

Contador volvió a sentirse ciclista, libre, sin nadie por detrás. Sólo frente a unos paisajes inmensos, una naturaleza que hace daño a la vista, y a las piernas. El mejor escalador del mundo no dio opciones. Estaba en su mundo. Luchaba por el amarillo, por sacar tiempo a sus rivales, sobre todo a Lance Armstrong, por reivindicarse y demostrar quién es el líder de Astana. Hay cosas que el tiempo no ha desdibujado en Alberto Contador. El pedaleo, la cadencia, el levantarse encima de la bicicleta son gestos naturales que siempre ha tenido y que con los años ha ido madurando.

Cuando Contador atacó se paró el Tour. Armstrong sintió la impotencia de un ciclista doce años más joven que él, que también salió de un túnel negro y que un día, en Italia, en la penumbra de una habitación decía: «Sé que me pude quedar muerto en la carretera y allí se hubiera acabado todo, la vida, el ciclismo». Pero no se quedó y eso que ha ganado este deporte.

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