Samuel y Valverde miran al cielo

La calma, la tranquilidad, son estados de ánimo muy frágiles que suelen deteriorarse con facilidad. Esta Vuelta a España, en la que este miércoles ganó el francés Anthony Roux, lleva unos días, desde La Pandera, en la que se palpa una tensión larvada, un reposo ficticio, que puede romperse en cualquier momento.

Es lo que le paso a Ezequiel Mosquera, que sufrió una aparatosa caída en el kilómetro 126 de la etapa, en la que se golpeó la cabeza, lo que le hizo perder durante algunos momentos la orientación. Llegó a la meta acompañado de sus compañeros de equipo y no tendrá problemas para seguir en carrera. Pasó por el hospital para quitarse preocupaciones.

«Le hablábamos y no respondía», comentaba su compañero David Herrero, que se encontró a Mosquera en el suelo, entre un amasijo de piernas y bicicletas. Le identificó por su dorsal. El médico les tranquilizó y les dijo que era algo normal.

Mosquera tenía brillos en los ojos: «No me acuerdo de nada, ni de cómo fue, ni como aparecí en el suelo. La primera imagen que tengo es la de mis compañeros empujándome encima de la bicicleta».

Valverde sorteó sin problemas la tensión de los kilómetros finales de la etapa, donde se fue muy rápido. «Lo salvamos sin problemas», afirma. Es consciente de que no le van a dejar tranquilo hasta el final.