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caza y pesca

Inquietud en la caza menor

Los cazadores se preguntan sobre las perspectivas de la próxima temporada

Publicado por
pedro vizcay | león
León

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Cuando falta un mes para la apertura de la caza menor, y tras la finalización de una Media Veda relativamente buena, los cazadores se preguntan sobre las perspectivas que ofrecerá la temporada, especialmente en lo que a la perdiz se refiere. La impresionante caída de las poblaciones de perdiz roja, la reina de la caza menor, que en muchas zonas amenazan seriamente la supervivencia de la especie no es un hecho aislado, pues en él confluyen multitud de factores. El mas importante, sin lugar a dudas, se debe a la acción del hombre, pero no por la práctica cinegética, que también, sino por el sistema de explotación del campo. La moderna agricultura utiliza métodos totalmente agresivos con el medio ambiente. A las concentraciones parcelarias que han destruido infinidad de lindes y vegetación donde la «patirroja» anidaba y se ocultaba de los predadores, se une la forma de arar de los enormes tractores que dejan totalmente molidos los terron es en las campiñas arcillosas donde el mimetismo de la perdiz, una de sus mejores defensas, se pierde.

El uso de herbicidas, pesticidas y funguicidas, el grano tratado para la sementera y los abonos químicos producen enormes bajas especialmente en años secos como viene siendo éste. Las cosechadoras que trabajan durante la noche se tragan con frecuencia polladas enteras. El maíz, que en pequeñas manchas asegura la protección, con su ampliación hasta convertirse en monocultivo termina destruyendo el hábitat y dando cobijo a los depredadores. Mientras tanto en la montaña sucede todo lo contrario.

El abandono de las prácticas agrícolas permite que las pequeñas parcelas que antaño se sembraban de trigo, centeno o patatas se cubran de monte. La ausencia de terrenos en los que apeonar y granos para alimentarse reducen al mínimo las polladas de perdiz en estas zonas donde antaño abundaban.

Pero a estos hechos que vienen incidiendo desde hace algunos años se unen ahora nuevos peligros. El incremento de predadores, zorros y jabalí especialmente, amenaza tanto a la perdiz como a la liebre. Resulta positivo que el conejo de monte, principal mantenedor de la cadena trófica por su capacidad reproductiva, se encuentre en franca recuperación pese a que en muchas zonas ha desaparecido por completo. Otros ladrones de huevos y pollos, los córvidos, grajos y urracas, han incrementado sus poblaciones paralelamente a la disminución de la perdiz.

La cigüeñas, por último, han pasado de la tradicional pareja que anidaba en el campanario a las decenas de parejas que ya no encuentran espacio para anidar. Informaciones totalmente contrastadas nos hablan de la voracidad y agresividad de estas aves que, al desaparecer gran parte de los vertederos incontrolados, actúan sobre cualquier especie de tamaño pequeño, sea reptil, anfibio, ave o mamífero. Pero la principal incógnita que tienen los cazadores será observar hasta que punto se han recuperado las «patirrojas» tras el desastre producido en el campo por el veneno destinado a la plaga de t opillos del pasado año y del que, suponemos, la Consejería de Medio Ambiente habrá tomado buena cuenta.

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