fútbol. marejada en el real madrid
«No soy el salvador de la patria»
Cristiano Ronaldo asegura que no forzará la recuperación de su lesión para acelerar su vuelta a un Real Madrid tocado y se quita estatus de megaestrella: «Sólo soy un jugador que quiere ayudar»
El Real Madrid suspira por el regreso de Cristiano Ronaldo, pero el futbolista más caro del mundo se encargó este jueves de advertir que todo un proyecto, en el que Florentino Pérez ha invertido 252 millones en fichajes, no pudo depender sólo de él. Dos días después del ridículo de Alcorcón el extremo portugués se mostró contundente: «No soy el salvador de la patria. Simplemente soy un jugador que quiere ayudar al equipo». Es más. Cristiano no piensa forzar para reaparecer con el Madrid. Su lesión de tobillo es delicada y asegura que no regresará hasta que no esté «al cien por cien a nivel físico y mental». Podría incluso jugar antes con la selección portuguesa que con su equipo. Portugal se enfrentará a Bosnia el 14 de noviembre en la ida de la repesca para el Mundial y, de momento, Cristiano se perderá con los blancos el duelo del sábado contra el Getafe (18.00 h.), el choque de -Champions- el próximo martes en Milán, y posiblemente también el derbi contra el Atlético en el Calderón el fin de semana del 7-8 de noviembre.
Ronaldo se ha demostrado imprescindible para el Madrid. Sin él sólo ha ganado uno de sus últimos cuatro partidos, aunque el luso niega que su equipo sufra -Cristianodependencia-. También apostó, pese a que el técnico ya tiene el crédito agotado, por la continuidad de Manuel Pellegrini, «porque cuando se está contento no hay que cambiar ni hablar de otros».
Precisamente, Cristiano ya tuvo un primer desplante con Pellegrini cuando negó el saludo al entrenador tras ser sustituido durante el partido liguero frente al Tenerife, y Granero se marchó del Bernabéu antes de que terminase aquel partido y sufrió las represalias del chileno en los siguientes encuentros.
Ahora, de puertas para afuera, todos los jugadores defienden a Pellegrini, aunque el vestuario le haya perdido el respeto y no crea en absoluto en él, como tampoco Florentino, cuya paciencia se agota.