«El -pinganillo- está matando al ciclismo de hoy en día porque esclaviza al corredor»

Muchas son las anécdotas que jalonan su trayectoria como ciclista, como aquella en la que en plena Col de la Romeyére se paró a comer helados o aquel día que llegó, fruto de la picadura de una abeja, al final de etapa con un ojo completamente hinchado. Muchas, algunas de ellas mitos de un ciclista genial que aún enseña su sapiencia allá por donde va. El domingo pasado lo hizo en la localidad de San Andrés del Rabanedo donde la Asociación de Ciclistas le rindió, un merecido homenaje al cumplirse el medio siglo de su triunfo, el primero de un español, en la «Gran Boucle».

-Un nuevo reconocimiento, y ya van...

-Es un orgullo que la gente, y en especial los ciclistas, se acuerden de mí y reconozcan lo que a lo largo de 19 años hice por el ciclismo. Porque la victorias no eran sólo de Bahamontes, también del ciclismo español.

-Parece que fue ayer de aquel año 1959 cuando se coronó rey del Tour por delante de todo un monstruo como Anquetil.

-Sí, pero hay que pasarlos. Aquellos fueron años muy bonitos en el plano deportivo pero también difíciles. No había tantas facilidades como ahora cuando los ciclistas tienen el mejor material, bicis y un sustento económico notable. Yo incluso, habiendo ganado un Tour y acabando otras dos veces en el podio sin contar los seis premios de la montaña, tuvo que viajar en tren y avión gracias a ciertas personas.

-¿Cree que actualmente el ciclismo español vive la mejor época de su historia?

-En absoluto. Ahora se están viviendo unos años gloriosos pero también los fueron cuando yo corría, cuando lo hacía Ocaña, Delgado e Induráin. Antes el ciclismo era menos autómata porque no existían los «pinganillos» que tanto esclavizan al corredor porque lastran su independencia e iniciativa para acometer las situaciones que se producen en carrera. Y eso repercute a veces en que veamos etapas aburridas hasta el máximo y que, como en todo deporte, los patrocinadores amén de los problemas derivados del dopaje, empiecen a darle la espalda a este deporte. Un ejemplo está en nuestro país donde a pesar de contar con tan buenos exponentes estos tengan que buscarse en su mayor parte las habichuelas en equipos de fuera que disponen de un mayor potencial dinerario.

-Son muchas las anécdotas que se tienen de usted, una de las más famosas la de aquella etapa en la que se paró a comer helados en la Romeyére.

-Es cierto, pero no todas son ciertas. En aquella época el ciclismo era tan heroico que a veces en una etapa perdías dos horas y a la siguiente ganabas una. Ese era su gran encanto y a veces también dramatismo.