Cerrar

fútbol. primera división

Madrid, la maldición del central

La lesión de Pepe se une a otras frustraciones: el corazón de Karanka, la depresión de Iván Campo, el «muro roto» de Walter Samuel o las lesiones de Woodgate

El defensa portugués del Real Madrid pelea un balón durante un partido de liga.

Publicado por
i. tylko | madrid
León

Creado:

Actualizado:

«Vine para acabar con la maldición de los centrales y lo conseguí», aseguró Pepe, pletórico, en una entrevista reciente. Un par de días después, el central portugués de origen brasileño se confesó «destrozado» tras conocer que se había roto el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha en Mestalla y causa baja hasta el curso que viene, salvo que Carlos Queiroz decida tenerlo diezmado en el Mundial de Sudáfrica. Ni el otro -˜Pepe-™, el brujo que celebra haber provocado la lesión de tobillo de Cristiano Ronaldo, hubiera firmado semejante desgracia.

Meigas, hechiceros o agoreros al margen, resulta evidente que al Real Madrid le ha mirado un tuerto en lo que a defensas centrales se refiere en las últimas décadas. Desde que el argentino Ruggeri aterrizara en el Bernabéu en el verano de 1989, por no remontarse todavía más en el tiempo, supuestas estrellas han fracasado en la zaga merengue por lesiones o circunstancias extrañas. El propio Ruggeri llegó tocado, procedente del Logroñés, y se marchó renqueante un año después al Vélez Sarsfield.

El serbio Spasic fue contratado como un zaguero impenetrable, sobrio y hasta elegante en el corte, y se marchó con las orejas gachas después de un gol en propia meta ante el Barça. Sólo le destacaban en el ranking de los feos. Con menos presión, rindió a buen nivel tres años en Osasuna. El brasileño Rocha también acabaría destrozado por crítica y afición después de anotarse en su portería goles trascendentes.

Diversos zagueros blancos fueron víctimas de enfermedades inusuales en futbolistas profesionales. El vitoriano Aitor Karanka tuvo que frenar por una pericarditis (dolencia de corazón). Dejó el Madrid, volvió al Athletic y de ahí emprendió la aventura americana en el Colorado Rapids. El donostiarra Iván Campo soportó cinco años de chanzas y cayó en una depresión. Se recuperó, respondió a la atractiva llamada de la -˜Premier-™ y ejerció con tino de medio centro en el Bolton.

Al margen quizá de Rafa Alkorta, notable de blanco entre 1993 y 1997, sólo Hierro y Sanchís alcanzaron un gran nivel desde aquellos tiempos. Y curiosamente, ambos fueron reconvertidos por necesidades del guión, ya que empezaron como centrocampistas e incluso el malagueño brilló como goleador bajo la batuta de Radomir Antic.

Partidos por el eje . El primer Madrid galáctico se partió por el eje. Queiroz tuvo que emplear al final a Helguera y Raúl Bravo o Pavón como dúo central. Experiencia fallida. Florentino Pérez abominaba de los defensas pero tuvo que ceder ante la opinión de los expertos y tirar de cartera para contratar al argentino Walter Samuel, previo pago de 25 millones a la Roma, y al inglés Woodgate, 22 -˜kilos-™ al Newcastle. El rendimiento del sudamericano desacreditó a Valdano, quien le definió como el mejor central del mundo. Un -˜muro-™ derribado que volvió a construirse en el Inter un año después. Y Woodgate, considerado el mejor central inglés del momento con diferencia, se pasó el primer año en blanco y en el segundo curso apenas disfrutó de diez partidos. Rodillas de cristal y músculos rotos.

A rreciaban las críticas contra Valdano, sobre todo porque Gabi Milito, joven y aguerrido, triunfaba en el Zaragoza tras ser haber sido descartado por los servicios médicos del Real Madrid. Su rodilla, ya operada cuando militaba en el Independiente, no estaba en condiciones. Se demostró casi un lustro después. Aguantó a la perfección cuatro temporadas en La Romareda pero volvió a romperse tras fichar por el Barça. G aray, sustituto de Pepe y autor del gol del triunfo en Valencia, también se lastimó la rodilla cuando el Madrid había cerrado un acuerdo con el Racing, donde fue cedido un año antes.