Diario de León

Reportaje | m. j. alegre

La cuesta de julio

Menores ingresos y precios más altos auguran un verano triste, con las rebajas como único aliciente para el gasto

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El Gobierno ha empezado a diseñar las aún más restrictivas cuentas públicas del 2011, que deben recortar el gasto en 10.000 millones de euros adicionales y han de pasar el riguroso examen del resto de los socios de la zona euro.

Para los presupuestos de las familias, el nuevo ajuste se adelantará unos meses. La cuesta arriba va a arrancar en julio, porque a comienzos de ese mes los hogares de los empleados públicos verán por primera vez adelgazada su nómina, una mayoría de domicilios pagarán más en el recibo de la luz y a todos los consumidores, sin excepción -”incluidos los más de cuatro millones y medio de parados-” la cesta de la compra les saldrá más cara por la subida del IVA reducido y ordinario. Menores ingresos y precios más elevados auguran un verano triste, apenas aliviado por unas ofertas de rebajas anticipadas que han perdido parte de su atractivo al haberse convertido en elemento del paisaje cotidiano.

Imposible dar marcha atrás. Si en algún momento se planteó el Ejecutivo utilizar el anuncio de la subida del IVA como estímulo al alicaído consumo, con la idea de retrasarlo en el último momento, la crisis de la deuda, los batacazos de los mercados y la exigente vigilancia que los analistas mantienen sobre España le han demostrado que ya no se puede amagar y no dar. El 1 de julio el tipo reducido del IVA pasará del 7% al 8%, y el general del 16% al 18%. Desde 1995 ningún Gobierno se había atrevido a elevar este recargo sobre los bienes y servicios.

Vamos a pagar más por muchos alimentos, excepto los básicos como el pan común, la leche, los huevos, las frutas y las verduras, hortalizas y legumbres. Se encarecerán el corte de pelo, la reparación del coche, los trabajos de fontanería, el menú del día en la cafetería o restaurante, los refrescos y la cerveza del aperitivo, los productos de la limpieza doméstica, los billetes del transporte público. Y la subida será proporcionalmente mayor en el resto de los artículos de consumo, desde los considerados prescindibles, como las bebidas alcohólicas, el tabaco o la gasolina, en ciertos casos, hasta otros de uso o adquisición generalizado e inevitable (el gas, la electricidad, las prendas de vestir, calzado, menaje del hogar, muebles...).

La estructura de las familias tendrá mucho que ver con el mayor o menor impacto de este aumento.

En julio volverá a subir la tarifa eléctrica que pagan unos 20 millones de clientes domésticos, acogidos a una tarifa de último recurso que se planteó como refugio para los usuarios con poca capacidad de negociar precios y se ha convertido en una trampa.

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