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Fomento estudia a fondo 3.000 obras para decidir cuáles saldrán adelante

Blanco se enfrenta al dilema de rescindir algunos contratos ya en marcha

Blanco firma en un libro de una basílica de Lugo.

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j. díaz de alda | madrid
León

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«Hemos demostrado más ambición de la que ahora podemos asumir». La frase es de José Blanco, ministro de Fomento, quien muy a su pesar se ha llevado la parte del león del «tijeretazo» impuesto por el Gobierno para frenar el galopante déficit que sufre España y aplacar así la presión de Bruselas y de los mercados financieros. Un ajuste de al menos 6.400 millones de euros en obra pública en los dos próximos años que ha dejado a Blanco es una posición más que incómoda. El «dilema», como reconoce él mismo, es tener que comunicar a empresas, a comunidades autónomas o a ayuntamientos que muchas de las obras ya previstas, o incluso iniciadas, nunca se harán. «Probablemente, nadie quedará contento», ha conocido en el Congreso el propio ministro.

3.000 proyectos. Los técnicos de Fomento estudian estos días a marchas forzadas 3.000 proyectos futuros y presentes. Un trabajo ímprobo bajo un criterio casi único: el coste de cada kilómetro de tren o autovía. El resultado del examen, que sopesa también la previsión de demanda y las necesidades de mantenimiento de las infraestructuras, llegará después a la mesa de Blanco. «Como ministro, yo asumiré la responsabilidad de decidir qué actuaciones se deben hacer y cuáles no». Todo un reto para el peso pesado del Partido Socialista, que se enfrenta a que propios y extraños le echen en cara compromisos ya sellados para que un AVE, un aeropuerto o una autovía luzca en sus territorios. Aún no hay nada decidido, y los interesados no tienen más certeza que la de que el recorte «es irreversible», como dice Blanco. Grupos políticos y constructoras esperan que Fomento les aclare los criterios que decidan la suerte de sus obras. Y es que el segundo plan de ajuste del gasto (de 15.000 millones) ha cogido a Fomento con el pie cambiado. El Ministerio contaba con afrontar de la mano de las empresas privadas el primer esfuerzo (1.760 millones decidido en febrero), pero la realidad se ha impuesto y toda la planificación ha saltado por los aires.