Moody's conduce a Grecia al bordede la reestructuración de su deuda
La agencia de calificación añade más presión a la UE para renegociar su plan de rescate
Moody's dio un fuerte empujón a Grecia en el camino hacia la reestructuración de su deuda. La agencia de rating rebajó tres peldaños la categoría de los bonos helenos -de Ba1 a B1- hasta situarlos al nivel de países como Bolivia y Bielorrusia. Con esta drástica degradación, los títulos pasan de la calificación de 'basura' a «altamente especulativos», es decir, reservados únicamente a inversores sin vértigo. La decisión añade todavía más presión a la UE, que desde hace semanas debate la posibilidad de suavizar las condiciones del paquete de rescate aprobado para Atenas hace menos de un año.
Moody's, una de las tres firmas de calificación que dominan el mercado internacional, se ha adelantado a sus rivales en la degradación de la deuda griega. Según explicaba en un comunicado, su decisión se basa en las dudas existentes sobre la capacidad del país heleno para llevar a cabo las «ambiciosas reformas» estructurales prometidas. Pese a que Atenas acordó rebajar un 15% los sueldos en el sector público, la agencia de rating teme que iniciativas como esta se vean diluidas por los problemas del Gobierno para recaudar impuestos.
Asfixia. La segunda gran preocupación de Moody's es el fondo de rescate de 110.000 millones de euros otorgado al país heleno por la UE y el FMI. La agencia de califación ve a Atenas cada vez más asfixiada para cumplir con las exigencias del macropréstamo internacional. De acuerdo a las condiciones pactadas en mayo del año pasado, el plan de ayuda se extiende a lo largo de tres años con un interés del 5,2%. Aunque el tipo es sensiblemente más bajo del 9% que paga en el mercado por los bonos a diez años, Grecia tiene ya el agua por encima del cuello. Este ejercicio, por ejemplo, deberá pagar casi 16.000 millones en intereses, el 6% de su PIB.
Ante esta delicada situación, Atenas lleva desde principios de año pidiendo a la UE una renegociación de su plan de rescate. Alemania, que ya se resistió a aprobar el fondo de ayuda, vuelve a negarse a firmar cheques en blanco. «Siempre sería una cuestión de dar y tomar. No tendría sentido ayudar a un país si no hay nuevas condiciones en otros asuntos», avisó Angela Merkel el pasado viernes. El Gobierno germano estaría dispuesto tanto a extender el periodo para devolver el préstamo -a siete años como en el caso irlandés- como a rebajar ligeramente el tipo de interés. A cambio, sin embargo, reclamará nuevas medidas de ajuste como las recogidas en el Pacto de Competitividad que se negocia a escala europea. Además, se niega en redondo a que el fondo de rescate europeo, el mecanismo general aprobado tras la debacle griega, sirva para comprar deuda de países en apuros como reclama la propia Atenas.
La UE, que hasta hace poco defendía que Grecia debía cumplir los compromisos adquiridos, ha suavizado su posición y también reclama a Alemania flexibilidad. El comisario de Asuntos Económicos, el finlandés Olli Rehn, decía ayer en un diario germano que las «dificultades continúan en los mercados financieros». Por ello, animaba a Berlín a reducir tanto los intereses del plan de rescate heleno como del irlandés.