La presión y la volatilidad amenazan a España a pesar del pacto europeo
Una mejora notable en el PIB alejaría el peligro más que cualquier gesto político
Los mercados han demostrado que todo alimento es poco para saciar su voracidad y que la presión sobre la deuda soberana de países como España e Italia puede arreciar en cualquier momento y por cualquier excusa.
Quedó claro el viernes tras la irrupción en escena de la agencia de riesgos Fitch con su decisión de calificar de suspensión de pagos «restringida» la solución pactada por el Eurogrupo para salvar a Grecia. Bastó ese comunicado para que la volatilidad volviera a los parqués. La Bolsa de Madrid pasó de la euforia al nerviosismo y más tarde a la contención y la prima de riesgo volvió a las andadas. Por un momento pareció que nada había cambiado. Ahora la pregunta es: ¿Puede la economía española respirar tranquila o acechan nuevas tormentas?
Lo que ocurra la semana próxima será vital para desvelar si amaina el acoso contra la deuda soberana de España e Italia, economías que los mercados incluyen, no sin cierto afán desdeñoso, en la categoría de -˜periféricas-™ junto a las rescatadas de Grecia, Irlanda y Portugal.
Tras el jarro de agua fría arrojado por Fitch sobre el Eurogrupo, Bruselas se prepara ahora para que las otras grandes agencias de riesgos, Moody-™s y Standard & Poor-™s, sigan su ejemplo. Puede que el «muro grueso para reducir la dependencia de las agencias de rating» -”así llamó Elena Salgado, al pacto de los 17 países que comparten moneda -” no sea la línea defensiva definitiva para contener el embate especulativo.
1397124194 Termómetro. La prima de riesgo o diferencial entre el rendimiento del bono español a diez años y el alemán es el termómetro que refleja la solvencia que los inversores atribuyen a la economía. Cuanto más alta está, menor fiabilidad otorgan los especuladores a los títulos de deuda soberana y por tanto el Estado debe ofrecer una rentabilidad mayor para convencerlos de que le presten dinero. Ese mayor coste para el Tesoro termina por pasar factura a los ciudadanos de a pie. El presidente de BBVA, Francisco González, afirmó hace unos días que cada cien puntos básicos de aumento de la prima de riesgo suponen un sobrecoste de 12.400 millones de euros, que impide crear 160.000 empleos.
Las alarmas saltaron el pasado lunes, cuando marcó 372 puntos, cota inédita desde que existe el euro. Los días sucesivos bajó a medida que crecían los rumores de acuerdo en Bruselas. El jueves, tras filtrarse el acuerdo, cayó por debajo de 270 puntos en plena fiesta bursátil. El viernes había tal confianza en que las turbulencias habían acabado que el portavoz del Ejecutivo, José Blanco, se atrevió a augurar que la prima de riesgo «se va a seguir relajando». Horas después el comunicado de Fitch volvía a dispararla por encima de 300 puntos, con un interés cercano al 6%, para luego bajar a 293 al cierre de las bolsas.
Ese cambio de tendencia sugiere que persisten los riesgos de contagio para España e Italia.
Independientemente de lo que haga el Eurogrupo, España debe de asumir su parte de la carga y convencer a los mercados de que está en el camino de afianzar su crecimiento y reducir su déficit.
La ansiada expansión del PIB no llega y eso retrasa la creación de empleo y mantiene la tasa de paro en máximos históricos. Una mejora general del crecimiento y del mercado laboral ayudarían a mejorar la credibilidad del país más que cualquier gesto político en Madrid o Bruselas.