Las ‘mejoras’ del Ejecutivo dejan descontentos a los funcionarios

Si alguna vez hubo una luna de miel de Zapatero con los sindicatos CC OO y UGT, finalizó cuando el Gobierno rebajó el salario de los trabajadores del sector público en un 5% en el 2010 y lo congeló en el 2011. La decisión, adoptada en mayo del pasado año, no sólo rompía el clima de entendimiento de la legislatura anterior entre ambas partes, a través de un amplio proceso de diálogo social, sino que atacaba la credibilidad de las centrales, con las que el Ejecutivo había pactado meses antes las condiciones salariales de un colectivo de más de tres millones de trabajadores.

El ajuste presupuestario de junio del 2010 no fue suficiente para calmar a los mercados y, pocas semanas después, el Ejecutivo imponía una reforma laboral que abarataba el despido y aumentaba la flexibilidad en las empresas. Pero las reformas estructurales que se exigían a la economía española iban más lejos, y el siguiente capítulo fue la reforma de las pensiones, con el retraso de la jubilación hasta los 67 años. En esa ocasión, el Gobierno pudo apuntarse el éxito de pactarla con los dos grandes sindicatos, pese a que entrañaba importantes recortes.

Luego llegó la reforma de la negociación colectiva, pero el recuperado diálogo social fue incapaz de consensuarla. Al final, el Ejecutivo actuó el pasado junio y tiró por el camino del medio. Concedió a los empresarios mejoras en la flexibilidad interna de las empresas, pero conservó, la actividad de los convenios colectivos, aunque facilitando mecanismos previos de mediación y arbitraje.