El examen del G-20, en el peor momento
La semana que puede ser decisiva para el futuro de España y de la Unión Europea pillará a Mariano Rajoy a más de 10.000 kilómetros de Madrid. Estará, de todos modos, en la cocina de la economía mundial, en la cumbre del G-20 que se celebra entre el lunes y martes en Los Cabos, en la Baja California mexicana. Los 19 jefes de Estado y de Gobierno que conforman, junto los máximos responsables de la UE, el G-20 querrán saber los pormenores de este auxilio que con ahínco niegan en la Moncloa para enfado de otros presidentes de la zona euro.
La UE, de momento, se limita aplaudir los esfuerzos del Ejecutivo español y, como en el caso de Angela Merkel, a mostrar «confianza» en Rajoy «tras una década» de despropósitos económicos que, a juicio de la canciller alemana, se han cometido en España. A todo esto se suma las críticas que ha recibido Rajoy por mostrarse eufórico el pasado domingo, un día después de solicitar al Eurogrupo ayuda para los bancos españoles, e intentar vender como un éxito personal una medida de socorro. Rajoy, acuciado por la presión de los mercados, ha pasado en las últimas semanas de susurrar al Banco Central Europeo (BCE) la necesidad de que inyecte dinero a los bancos centrales de los países miembros a exigir, como hizo en la reunión que mantuvo con el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, que el BCE abra el grifo de una vez para apagar el incendio que amenaza con carbonizar la economía de España, y también la de Italia. En este contexto tan poco propicio, Rajoy participará en el G-20 como país invitado permanente. Un rol que ya ostentaba España en 2008, cuando participó en la ciudad francesa de Cannes en la reunión de este selecto club de ricos representan al 85% de la economía mundial.