El futuro del euro, pendiente del pulso que enfrenta al BCE y a Alemania
Draghi intenta convencer a Berlín para que el banco central ayude a España .
Llega la hora de la verdad tras varias semanas de controversia sobre la actitud del Banco Central Europeo (BCE) ante la aguda crisis de la deuda, que amenaza el futuro del euro. Mario Draghi, el presidente de la entidad, se convertirá el próximo jueves en el gran salvador de los países del Sur de la UE que se encuentran en el ojo del huracán si adopta las «medidas extraordinarias» que anunció hace un mes, sin concretarlas, para aliviar los angustiosos problemas de financiación de España e Italia.
Sus insostenibles primas de riesgo solo les permiten conseguir dinero en los mercados a unos precios prohibitivos, que engrosan los abultados déficits públicos que están obligados a recortar.
Por contra, si el consejo de gobierno de la institución sigue sin dar ese paso, al que Alemania se resiste con uñas y dientes si significa la compra de bonos estatales, dará alas a la escalada especulativa que sufren los socios más débiles de la moneda única, cuya caída haría tambalear toda la Eurozona. Su rescate pleno —al estilo de los experimentados por Grecia, Irlanda o Portugal— es inviable por la enorme dimensión de sus economías.
Draghi ha prometido que hará todo lo necesario para salvar al euro. La pregunta que se cierne sobre el BCE es cómo de lejos puede llegar Europa en ese empeño. Para Alemania está claro: el Tratado de la UE está para cumplirlo. Y si a alguien se le olvida cuál es su marco de acción, ahí está el todavía poderoso Bundesbank, el guardián de la ortodoxia monetaria, para subrayar cuál es el camino correcto. Su presidente, Jens Weidmann, ha advertido esta semana de que la compra de deuda de países en apuros por parte del BCE —uno de los salvavidas por los que suspira el Gobierno de Rajoy-— convertiría a este organismo en un financiador de los estados, «algo expresamente excluido por los tratados europeos». Además, ha declarado al semanario Der Spiegel que una salida de ese tipo «puede crear adicción como una droga». O lo que es igual: que existe la posibilidad de que tenga que repetirse una y otra vez, o prolongarse largo tiempo, sin que los socios del euro afectados hagan tantos sacrificios como debieran.
Posturas
La propia Merkel se ha sumado a esas tesis al respaldar al presidente del Bundesbank y alabar sus advertencias sobre los límites de actuación del Banco Central Europeo. Una postura contraria a los intereses de España, cuya prima de riesgo ha vuelto a repuntar.
Los dirigentes políticos saben por experiencia que con las finanzas de los alemanes no se juega. Los fondos de rescate no cuentan con el beneplácito de los germanos. Ningún líder de un partido resistiría en las urnas un apoyo público a los famosos eurobonos ni ningún otro plan que suponga hacer frente a los problemas económicos de otros países. Lo saben desde el partido de Merkel hasta la oposición liderada por el Partido Social Demócrata. Queda menos de un año para las elecciones y, aunque eso es mucho tiempo para la vida política, los últimos sondeos demuestran un creciente apoyo a la canciller.