El presidente del Bundesbank, el alumno que pisa fuerte
Con cara de niño bueno, raya al lado, gafas y patillas, Jens Weidmann ha demostrado en el poco más de un año que lleva al frente del Bundesbank una defensa a ultranza de la ortodoxia monetaria que caracteriza a la institución, proclive a recordar al BCE que su prioridad es y debe seguir siendo el control de la inflación. Que todo lo demás —incluido el socorro a los países de la zona euro en apuros— es secundario.
El presidente más joven de los 17 bancos centrales de la zona euro (44 años) no duda en criticar la política del BCE y en plantarle cara a su máximo responsable, Mario Draghi.
Fiel defensor de una política monetaria estable, luchador incansable contra la inflación y sin afiliación política conocida, Weidmann es calificado por los políticos berlineses como un hombre aplicado, negociador hábil, ambicioso y de confianza. Sabe de lo que habla. Ya en su tesis doctoral analizó los efectos que una divisa común tendría en una zona como Europa.
Su afición por la jardinería y el cultivo de peonías, junto con un extremado gusto por los zapatos caros —algo que se puede permitir sin problemas con su salario de 400.000 euros anuales— casa muy bien con su imagen de alumno aplicado. Sin embargo, sus frecuentes advertencias de la calificada como «peligrosa» política del BCE ha provocado que los expertos debatan sobre si ensalzarlo a la categoría de héroe nacional o de un oportunista que se opone a los planes de Draghi para combatir la crisis de deuda de la Eurozona a través de programas de compra de bonos soberanos, sin ofrecer una alternativa para evitar la asfixia económica de España e Italia, y las nefastas consecuencias que su bancarrota tendría para el conjunto de la UE.