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‘Súper Mario’, un año de revolución

El presidente del BCE, Mario Draghi, ha puesto en estos doce meses sobre la mesa soluciones creativas para ayudar a España e Italia pese a la oposición alemana.

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en una rueda de prensa en Alemania.

Publicado por
ana barandiarán | bilbao
León

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Mario Draghi cumple el próximo jueves, 1 de noviembre, un año al frente del Banco Central Europeo (BCE), un cargo que asumió en plena tormenta por la crisis de la deuda. En este tiempo, el italiano ha liderado, con sus modales exquisitos y su voz bajita, una auténtica revolución en la búsqueda de soluciones creativas para conjugar, de una parte, las necesidades de los socios bajo presión como España e Italia y, de otra, la firme oposición de Alemania a que el BCE se convierta en un cómodo salvavidas para los países con problemas.

Su audacia ha reforzado el apodo de ‘Súper Mario’ que se ganó en su etapa como director del Tesoro italiano, aunque todavía no ha habido ocasión de testar su última propuesta, su plan de compra ilimitada de bonos siempre que el Estado beneficiario pida antes el rescate. El Gobierno de Rajoy sigue sin decidirse a solicitarlo porque quiere tenerlo todo bien atado —sobre todo, el apoyo de Berlín— antes de dar el paso.

«Con Draghi ha habido un antes y un después en el BCE. Lo ha flexibilizado. No es tan ortodoxo como su antecesor, Jean-Claude Trichet», apunta Joaquín Maudos, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Este experto destaca que el ex gobernador del Banco de Italia fue rompedor desde el principio de su mandato con iniciativas como la barra libre de liquidez para la banca. Esa medida la adoptó a principios de diciembre, cuando la prima de riesgo española se disparó por encima de los 450 puntos; y, según reconocen hasta sus críticos, gracias a ella se evitó el desastre. Mediante sendas subastas en diciembre y en febrero, el BCE inyectó un billón con ‘b’ de euros en préstamos a tres años a la banca, que las entidades utilizaron en gran medida para comprar bonos del Tesoro, lo que ayudó a relajar las primas de riesgo.

Innovador

Con esta jugada maestra, Draghi consiguió de forma indirecta financiación para los asfixiados gobiernos, pero sin reactivar el programa de compra de bonos que tanto rechazo suscita en Alemania.

No hay que olvidar que el italiano se convirtió en presidente del BCE después de que el candidato con más posibilidades, el alemán Axel Weber, se retirase de la carrera y dimitiese como jefe del Bundesbank por su oposición al plan de adquisición de deuda pública puesto en marcha por Trichet. Tras su renuncia, Draghi se colocó en cabeza gracias al apoyo de Merkel, que le veía como el más alemán de sus rivales por su discurso a favor de la austeridad y su inmaculada hoja de servicios.

Pero el efecto balsámico de las inyecciones de liquidez a la banca se agotó y en julio la tensión llegó a máximos, con la prima de riesgo en los 650 puntos. ‘Súper Mario’ tuvo entonces que idear otra respuesta todavía más contundente y salió con las OMT. El plan que representan estas siglas consiste en comprar bonos, esta vez de forma ilimitada, de los países bajo presión pero con la condición de que éstos acudan primero al fondo de rescate europeo, lo que les obliga a colocarse bajo la tutela de la ‘troika’ y firmar un memorando con ajustes. Obviamente, este requisito está pensado para contentar a los alemanes, obsesionados con que el BCE se limite a cumplir con su mandato de luchar contra la inflación.

Los países con problemas como España consideran a Draghi su salvador. Rajoy empezó a respirar el día que le escuchó decir eso de que las primas de riesgo de algunos países se habían disparado no por el descontrol del déficit público sino por las dudas sobre el futuro del euro. Las críticas a Draghi vienen de varios frentes. De los alemanes que piensan que ha puesto al BCE al servicio de los socios del sur y también del otro extremo.

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