JORNADA DE HUELGA GENERAL
Rechazo general
Bruselas decide avalar la política económica del Gobierno español en plena jornada de paro. La octava huelga general de la democracia logra un respaldo del 76% de los asalariados españoles.
España se plantó ayer frente a la política económica del Gobierno de Mariano Rajoy, la de los recortes sociales, los ajustes draconianos y la austeridad extrema a golpe de Consejos de Ministros. La huelga general consiguió el respaldo de más de nueve millones de asalariados, según los convocantes, en una España en la que la cifra de parados se acerca peligrosamente a los seis. La cifra registrada ayer es inferior a los 10,4 millones de huelguistas del 29 de marzo. Sin embargo, en los últimos ocho meses se ha producido un hecho que lo justifica: la ocupación ha mantenido su dramático descenso. A esta circunstancia se sumó ayer el incremento en cerca de un millón de los trabajadores de servicios mínimos.
Así, la huelga general, la octava de la democracia y la segunda de este año, logró un seguimiento del 76% de los trabajadores asalariados, según los datos recopilados por los sindicatos convocantes, un porcentaje prácticamente idéntico al del pasado 29 de marzo. Se trata de una cifra que permitió a los sindicatos CCOO, UGT y USO calificar la convocatoria de éxito, junto con las multitudinarias manifestaciones que transcurrieron de forma pacífica en todas las ciudades españolas.
"Estamos profundamente agradecidos a los trabajadores que han seguido la huelga, en una situación tan difícil, con casi seis millones de parados. Exigimos un cambio rotundo de las políticas del Gobierno, si no nos llevarán al precipicio", valoró el secretario general de UGT, Cándido Méndez. "Las alternativas van a surgir de la presión de la ciudadanía, como han surgido en la lucha contra los desahucios", recalcó el líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo.
El Gobierno se limitó a afirmar que entiende las "dificultades" de muchos ciudadanos, pero dejó claro que la protesta no va a hacer cambiar ni un ápice la senda gubernamental, dijo a media tarde el ministro Luis de Guindos.
Este argumento se vio además fuertemente respaldado por la Comisión Europea. En una sorprendente comparecencia convocada de urgencia en plena huelga y con un claro trasfondo político, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, respaldó las reformas de Rajoy para reconducir el déficit excesivo y manifestó que son suficientes para el 2012 y el 2013, lo que alivió al Ejecutivo español en la jornada de paro.
ZONAS
La huelga general fue más multitudinaria en Catalunya, Galicia y Asturias, donde un 85% de los asalariados no fue a trabajar, aunque el ambiente de paro general se respiró en toda España y fue transversal en los diferentes sectores económicos. Al paro casi total de la industria y la agricultura, además del fuerte seguimiento del transporte y los servicios se sumó ayer el comercio.
A diferencia de anteriores convocatorias, el descontento por la subida del IVA, la caída del consumo y los recortes hicieron que muchos pequeños comerciantes bajaran las persianas, hartos de ver como proliferan los cierres.
La huelga del 14-N pasará a la historia por ser la primera eurohuelga concertada contra la política económica europea. Portugal también vivió una jornada de protesta general en paralelo a España, mientras que Italia paró cuatro horas y Grecia, tres. Además, 23 ciudades europeas celebraron manifestaciones convocadas por la Confederación de Sindicatos Europeos.
Quizás este carácter más general, que emana de las políticas de austeridad impuestas por la UE y que se ensañan especialmente con los países del sur de Europa, propició que nadie se atreviera a oponerse al paro frontalmente, excepto la CEOE que lo calificó de "político, inoportuno y lesivo". Así, mientras el PSOE secundó la huelga, CiU optó por cancelar los actos de campaña, a pesar de que en anteriores huelgas los convergentes se mostraron beligerantes. El Gobierno evitó en los días previos esgrimir los habituales argumentos en contra --pérdidas económicas o problemas de seguridad--.
La víspera, el propio Rajoy ni siquiera se refirió a la huelga general en ciernes. Y esta actitud se mantuvo durante toda la jornada de ayer. El Gobierno no rebatió las cifras de seguimiento de los sindicatos y se limitó a referirse a la caída del consumo eléctrico para justificar un menor seguimiento del paro. Al final de la tarde, el Ejecutivo destacó "la ausencia de problemas de orden público graves" y mantuvo el perfil bajo, consciente de que sus políticas seguirán generando descontento.