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j. a. bravo | (colpisa) madrid

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Ya lo decía el político y filósofo romano Cicerón, «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla». España es un claro ejemplo si vemos los últimos siete siglos. Desde la lejana gran depresión medieval del siglo XIV, emblematizada por la Peste Negra de 1348-1352, hasta la reciente gran recesión de la segunda globalización (2008-2013) de la que el país acaba de salir —según avanzó esta semana el Banco de España—, sí hay alguna enseñanza común en todas las crisis económicas sufridas es que prácticamente siempre vinieron precedidas de una expansión «a la que no se veía final» y de un «optimismo frágil», donde se pecó de un «exceso de confianza», como afirma Vicente Pinilla, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza.

Cada tiempo ha tenido sus crisis, distintas a menudo en alcance y profundidad, con desencadenantes y consecuencias también diferentes. Así queda patente en el extenso trabajo que un equipo de 15 historiadores económicos, coordinado por los citados Hernández y Comín, ha plasmado en el libro Crisis económicas en España 1300-2012, lecciones de la historia (Alianza Editorial).

Hasta una decena de crisis sectoriales (bélica, de deuda, agraria, comercial, industrial, bancaria, etcétera), más la general (marcada por el PIB_per cápita) han llegado a escudriñar desde el año 1300 hasta hoy, llegando a la conclusión de que cuando se juntaron todas se formó «una tormenta perfecta», como pasó en la Guerra Civil (1936-1939). En el otro extremo, encontrar un período sin crisis en estos 700 años «resulta raro», concluyen. No lo ha sido, por el contrario, tener más de cuatro sectoriales en un mismo año, lo que en la práctica «sería el umbral que marca la existencia de una depresión general». Y así ocurrió una docena de veces en los últimos dos siglos.

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