España logra el aval de la UE para dejar de ser la última isla eléctrica
Ya está puesto negro sobre blanco. Y además, con el aval político de la UE, de los Veintiocho, de sus jefes de Estado y de gobierno. Ayer España logró que se colocara la primera piedra para dejar de ser una de las pocas islas energéticas que en pleno siglo XXI todavía quedan en el Viejo Continente. «Para nuestro país es capital que la UE sigan dando pasos en la unión energética», se felicitó el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy a su llegada a la reunión de líderes del PP europeo, cita previa al Consejo Europeo. «De lo que se trata es de poder bajar el precio de la luz y del gas para el consumidor y para las empresas. Es un elemento muy importante de competitividad y por tanto, para la generación de bienestar, riqueza y empleo», dijo.
Los líderes hablaron y mucho de energía. De hecho, fue el asunto central de la primera parte de un encuentro en el que los líderes instaron a la UE a «acelerar los proyectos de infraestructuras, como las interconexiones de electricidad y gas para garantizar la seguridad energética y un mercado interior de la energía en buen funcionamiento». Y como ejemplo, destacan que «el reciente acuerdo alcanzado por Francia, Portugal, España, la Comisión y el BEI representa un paso positivo hacia el logro del objetivo del 10% en materia de interconexiones eléctricas en 2020 a más tardar».
Esta es la clave. El problema es que España será junto a Chipre el único Estado miembro de los 28 que no alcanzará ese 10%. Y no son valoraciones políticas, son datos técnicos aportados a finales de febrero por la propia Comisión. En la actualidad y tras la inauguración el 20 de febrero de la línea eléctrica soterrada de alta tensión ‘Baixas-Santa Llogaia’ que une España y Francia a través de los Pirineos, la interconexión del país se elevó hasta el 4%, muy lejos de ese 10% fijado como objetivo prioritario. Ahora, todas las miradas están puestas en el cable submarino que enlazará el Golfo de Bizkaia y Aquitania, «proyecto clave» que aún no tiene plazos.