Las grandes damnificadas son infraestructuras e investigación

Si algo caracterizó la época de bonanza económica -además de la burbuja inmobiliaria- fue la inversión en obra pública. Las infraestructuras proliferaron por cada rincón del país y en muchos casos sin importar la utilidad práctica de dichos complejos. Ahí aparecen los vacíos aeropuertos de Castellón o Ciudad Real como ejemplos más mediáticos, pero también las autopistas de peaje o las decenas de instalaciones desaprovechadas en ciudades y pueblos. Por tanto, no es de extrañar que la partida presupuestaria que más ha sentido las tijeras durante la crisis ha sido la referida a la inversión. En concreto, el gasto en infraestructuras se ha desplomado un 30,5% si se comparan los 8.859 millones destinados en los presupuestos de 2011 con los 6.150 millones de 2015.

Otra de las grandes damnificadas en las políticas de gasto es la I+D+i civil. A pesar de que el Gobierno subraye su importancia en todos sus discursos lo cierto es que desde 2011 la partida destinada a la investigación se ha reducido un 25,2% al pasar de los 7.576 millones en 2011 a los 5.668 de 2015. Es decir, 1.908 millones menos en ciencia e innovación, lo que ha desatado las quejas del sector.

Pero, sin duda, el mayor gasto es el destinado en pensiones. Una partida que no ha parado de crecer.