Diario de León

Bruselas teme que el resultado electoral en los rescatados merme la recuperación

Grecia acude a las urnas el día 20 y después lo harán Portugal, España e Irlanda.

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A. Lorente | Bruselas
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Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la Troika se llamaba Troika. Ya saben, los temidos hombres de negro de la Comisión, el BCE y el FMI que llegaron en 2010 a la Eurozona aplicando hachazos de gasto público sin miramientos para «poner orden» a unas cuentas públicas «descontroladas».

Un pasado demasiado reciente políticamente insostenible. La Troika ya no se llama Troika, sino Instituciones, quizá el único logro de Alexis Tsipras en su fugaz mandato como primer ministro griego. Pero si anda como un pato, grazna y nada como tal…

Pues eso, que se llame como se llame, está muy lejos de esa muerte prematura anunciada por el aún imberbe Tsipras en su primera incursión bruselense. Porque los hombres de negro no sólo residen en Atenas, sino que siguen visitando periódicamente España, Portugal e Irlanda hasta que devuelvan el 75% las decenas de millones prestados. Porque los hombres de negro condicionarán el carrusel electoral que empieza este domingo en Grecia y que no sólo examinará a Mariano Rajoy, Pedro Passos Coelho y Enda Kenny, sino la férrea ortodoxia comunitaria. Los tres de la familia del PP europeo, los tres con dificultades para reeditar mandato, los tres compañeros de filas de Angela Merkel, la única mandataria del euro a la que la crisis no se ha llevado por delante. Todos caen. Todos.

La estricta hoja de ruta

Bruselas tiene un problema. Bueno, en realidad muchos, pero en lo económico, el principal no se llama ni China, ni emergentes ni tipos de interés en Estados Unidos. Se llama elecciones nacionales, se llama estabilidad, se llama temor a que los países rescatados no sigan la estricta hoja de ruta reformista seguida en los últimos años por los países rescatados. Inquietud, preocupación, incertidumbre… Los adjetivos son muchos y casi todos apropiados. Sensaciones que no sólo se palpan en Bruselas sino entre los halcones, en capitales como Berlín, donde se es muy consciente de lo mucho que se juega la Eurozona en los próximos meses.

Salvo tsunami político que nadie espera, el problema griego está descontado tras la aprobación de un tercer rescate a mediados de agosto por un Tsipras que, críticas al margen, sí actuó como estadista más que como líder de Syriza. De ahí que en el caso de que vuelva a ganar Syriza y vuelva con nuevas negativas al Eurogrupo, la explosión será controlada. Porque ahora, además, ha llegado el momento de ceder con Atenas como en lo relativo a la deuda, no en seguir apretando las tuercas. El mensaje ya fue transmitido alto y claro. A los populismos, ni agua. Y Grecia, sin duda, actuó de conejillo de indias para marcar el territorio a formaciones de izquierda radical como Podemos.

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