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España incumple los criterios técnicos para otra prórroga del déficit tras el 20-D

Si el Gobierno pidiera el cuarto aplazamiento deberá fiarlo todo a la ‘flexibilidad política’.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

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Adolfo Lorente | Bruselas
León

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Formar parte de la UE tiene estas cosas, qué se le va a hacer. Permite ser receptor neto del presupuesto y sumar decenas de miles de millones de euros en ayudas o inversiones, pero también obliga a que las reglas económicas se cumplan a rajatabla. Derechos y obligaciones. Dos realidades que la España de la crisis conoce a la perfección, pero de manera desigual.

En eso que se llama Bruselas, la biblia se llama Pacto de Estabilidad y Crecimiento, una religión basada en el déficit (3%) y la deuda (60% del PIB) que nuestro país practicó con escrupulosa devoción en la época de vino y rosas. Pero llegó 2008 y todo se vino abajo. Tanto, que casi una década después, la Comisión aún no ha conseguido meter en cintura a España. Y se avecina el enésimo incumplimiento del déficit el próximo año si la previsión de los eurócratas se confirma.

No hay que olvidar que el 2016 era la fecha límite, el abismo. ¿Habrá una nueva prórroga? ¿El Gobierno que salga de las urnas el 20-N podrá pedirla? Bruselas la venderá carísima porque como recuerdan fuentes comunitarias consultadas por este diario, incumple los criterios técnicos para lograrla.

Sobre el papel y siempre según la visión bruselense, España cerrará el próximo año con un desfase del 3,6%, ocho décimas más de lo acordado. A vuelapluma, más de 8.000 millones de ajuste que el próximo Ejecutivo, como acaba de advertir la Comisión, debe incorporar en la actualización presupuestaria que deberá realizar nada más aterrizar en Moncloa.

Un regalo envenenado

Todo un regalo envenenado para el próximo Gobierno que, según el Ejecutivo de Mariano Rajoy, apoyado por la Ocde, no será tal porque el 2016 se cerrará con el 2,8% pactado. Pero cuando una de las dos partes tiene la sartén por el mango, su versión siempre impera y aquí, no cabe la menor duda de quién lleva la voz cantante.

Con los malos datos que viene registrando la Seguridad Social y el enorme desfase autonómico que se prevé liderado por las incumplidoras Cataluña, Valencia, Murcia o Extremadura, no es descabellado pensar que la Comisión Europea vaya desencaminada. De hecho, una de las obligaciones que impondrá al futuro Ejecutivo es que actualice y aclare las cuentas de lo que en Bruselas llaman «regiones», de unas autonomías que son un quebradero de cabeza. El Ejecutivo comunitario alaba el «enorme esfuerzo» realizado estos tres últimos años y haberlo hecho en plena recesión, pero también son muy conscientes de que España cerrará el año como el país con más déficit de Europa: el 4,6%. Un porcentaje que así, en frío, dice poca cosa, pero que cobra enorme interés cuando se traduce y se dice que el país gastará unos 46.000 millones más de lo que fue capaz de ingresar. He aquí el déficit, eso que en alemán se llama vivir por encima de tus posibilidades.