España se olvida de su gran reto en la UE: volver a la cúpula del BCE
La inestabilidad política complica la ‘operación retorno’ para recuperar el sillón del Eurobanco.
A. Lorente | Bruselas
Ruido, reproches, vetos, recursos judiciales… La vida política española todavía no ha aprendido a convivir en el desordenado orden de Italia. Sí, ese país estrambótico que es la tercera potencia del euro, que fue presidido por Berlusconi, que ahora lo está por el carismático Matteo Renzi, que parece estar al borde del caos, pero que siempre, siempre, logra todo lo que se propone en la Europa institucional. Ahí está la Alta Representante de Política Exterior, Federica Mogherini, el presidente del BCE, el todopoderoso Mario Draghi, o el director general de la Dirección de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Marco Buti, uno de los funcionarios más relevantes de Bruselas. Así que bendito caos.
España sigue a lo suyo, camino de unas elecciones anticipadas que evidencian muchas cosas pero, en especial, su inmadurez política. Así se ve desde Bruselas, el nuevo kilómetro cero de esa España que en la pasada década maravilló en Europa pero que cayó a plomo en 2008. Mucho de lo que entonces parecía, al final no lo era. Y es que construir en un año tantas viviendas como Alemania, Francia e Italia juntas tenía, efectivamente, truco. Estalló Lehman, cayó Grecia, Irlanda, Portugal… Y España. Fue un verano de 2012.
Todo pareció conjurarse en contra aquel maldito 2012. El rescate coincidió con la renovación del puesto del comité ejecutivo del BCE que ostentaba González-Páramo. El sanedrín del Eurobanco está formado por seis sillones y se suponía que los cuatro grandes —Alemania, Francia, Italia y España—, siempre ocuparían uno. Se suponía… España fue apartada de una cúpula económica de la UE a la que no ha logrado retornar y a la que podría hacerlo, como pronto, en julio 2018, cuando acaba mandato el vicepresidente, el portugués Vitor Constancio.