Los inspectores afearon a Bankia su opacidad antes de salir a bolsa
En los correos electrónicos revelados, el Banco de España «leyó la cartilla» a la entidad en 2011.
j. ANTONIO BRAVO | madrid
Que las cosas no se hicieron bien en Bankia antes de su polémica salida a bolsa en el verano de 2011 se antoja ya un hecho prácticamente innegable, sobre todo a la luz de los correos electrónicos reveladores que se cruzaron durante todo ese año los inspectores del Banco de España (BdE) que trataban de revisar al detalle unas cuentas que arrojaban bastantes sospechas de estar engordadas. Esta situación provocó que tuvieran varios desencuentros de cierta tensión con la cúpula del banco que entonces presidía Rodrigo Rato, y que en uno de ellos incluso les hubieran tenido que «leer la cartilla» para tratar de reconducir la situación.
Corría el 10 de noviembre de aquel año y, en una de las reuniones semanales que mantenían con la dirección de la entidad financiera para el «seguimiento de temas pendientes», los técnicos del BdE presentes se mostraron muy enfadados por «habernos enterado de tres asuntos» de Bankia por vías interpuestas. Los temas en cuestión no eran precisamente baladíes, pues se trataba de los traspasos multimillonarios de suelos, junto a la recompra de los pasivos del grupo bancario y su canje por bonos convertibles.
Pero el malestar tornó ya en cabreo serio cuando el entonces director de Contabilidad General y Analítica, José Luis Sánchez Blázquez, les ocultó inicialmente los problemas que existían con el llamado ‘Proyecto Hábitat’ —que consistía en vender activos inmobiliarios a inversores extranjeros— y también con el pleito que les enfrentaba a la aseguradora Aviva.
Sánchez era un interlocutor habitual de los inspectores, lo cual le hacía tomarse ciertas licencias en sus encuentros. En uno de ellos, el 4 de noviembre, llegó incluso a afirmar «medio en broma, medio en risa, que «desde hace 20 años le dijeron que al BdE se le da lo que pida y nada más», con el fin de justificar por qué no les había informado de algunas cuestiones. La respuesta de Casaus, aunque diplomática, resultó bastante clarificadora: «Le decimos que eso igual valía hace 20 años, pero nosotros tenemos que valorar, además del riesgo inherente, los controles existentes y el gobierno corporativo, y en este sentido cuanto menos sepamos peor valoración tenemos».
Tampoco hubo la comunicación deseable en las fechas previas al controvertido estreno bursátil de Bankia, el 20 de julio de 2011, pese a que los inspectores sentían que la demanda minorista iba «algo por debajo de las previsiones». Por eso, al enterarse de que apenas dos semanas antes del debut el banco había aprobado un plan interno de incentivos para vender más títulos, inferían que «las cosas no van como les gustaría».