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El euro entra en vía muerta con el tsunami de Trump azotando

Un momento de la última reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la Eurozona. EFE

Publicado por
León

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cristina vallejo | bruselas

Bruselas es un corrillo de dimensiones inabarcables. Políticos, diplomáticos, funcionarios, confabuladores... No se trata de oír, sino de escuchar y si es posible, a aquellos que saben de qué va la cosa. Atentos: «Que nadie espere que vaya a moverse algo este año. Hasta después de las elecciones alemanes, nada. Pero nada es nada». La reflexión o quizá mejor, la advertencia, la suscribe un alto cargo del Eurogrupo. «Nada es nada». Y no es un verso suelto, es el ‘leitmotiv’ del relato de la moneda única. El euro ha entrado en vía muerta y lo ha hecho, además, en pleno ‘tsunami’ Donald Trump, con sus asesores atacando sin piedad a Alemania y proclamando incluso el final del euro en un periodo que no va más allá de los 18 meses. Y, pese a todo, la Eurozona ha entrado en funciones atenazada por el pánico que suponen las elecciones de Holanda (marzo), Francia (mayo), Alemania (septiembre) y quizá Italia. Recuerden, «nada es nada».

La estrategia, según coinciden en señalar diversas fuentes comunitarias, se basa en aguantar el tipo, contener la respiración y cruzar los dedos para llegar vivos a 2018 con unos resultados electorales en estos cuatro países fundadores de la UE (ojo, cuatro de los seis) que permitan dar el impulso político necesario al bloque en un momento clave de su historia plagado de minas. No sólo por Trump, también por el ‘brexit’ y el ataque sin piedad de los populismos.

A la Eurozona sólo le queda, al menos de momento, aferrarse a la épica de las palabras. «Si la victoria de Trump no es una alarma para despertar a Europa, no sé qué tipo de despertador necesitamos», aseguró hace unos días el todopoderoso ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaüble. El problema es que nadie entendió muy bien a qué se refería, ya que Berlín sigue siendo el freno a las llamadas de impulsar la integración dentro de la Eurozona que muchos países o el Banco Central Europea piden desde hace tiempo.

Entre las iniciativas «clave» que están durmiendo el sueño de los justos a la espera del Ok político de las grandes potencias uno destaca sobre el resto. Se trata del fondo de garantía de depósitos común a nivel europeo, lo que en la práctica supondría levantar el tercer y último pilar de la unión bancaria, el proyecto más importante desde la creación del euro y que ya tiene en funcionamiento el mecanismo único de supervisión y el de resolución. En líneas generales, el fondo de garantía supondría que esos 100.000 euros que están asegurados por ley tengan membrete europeo y no del país correspondiente. El gran obstáculo es Berlín, que no quiere compartir más riesgos hasta que los países del sur no eliminen el excesivo peso de deuda.

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