Santander cifra en 12.400 millones el agujero del Popular al rescatarlo

j. m. camarero | madrid

La situación patrimonial por la que pasaba Banco Popular en el momento de su rescate era peor de lo que podía estimarse en un principio, a tenor de los ajustes que ha realizado su comprador, el Banco Santander, en el proceso de integración. El grupo presidido por Ana Patricia Botín ha estimado unos saneamientos de 12.400 millones de euros, una cifra superior a la calculada por los analistas y que elevará las pérdidas del Popular durante el primer semestre, cuando definitivamente se presenten sus cuentas en septiembre.

De ese ajuste, 7.200 millones corresponden a las provisiones que Santander tiene que asumir al realizar una nueva valoración de los créditos y activos inmobiliarios con los que contaba Popular en su balance, en lo que supone la partida de mayor impacto. Además, la corporación ha calculado otra sangría de unos 4.300 millones de euros por el fondo de comercio -el valor intangible que tiene el banco rescatado por su actividad, reconocimiento, marca, etc.- así como por los créditos fiscales -la posibilidad de compensar pérdidas de un año con rentas positivas de otros-; unos 700 millones de coste por las acciones comerciales que llevará a cabo Santander, como la compensación a los accionistas perjudicados por la resolución de su entidad; y 200 millones más por «otros conceptos».

Santander asumirá ese saneamiento no solo mediante la materialización de provisiones por los ajustes del valor de los activos que tenía Popular, sino también con la ampliación de capital que está llevando a cabo por valor de 7.000 millones de euros. Cuando se complete esta operación, el ratio de capital -el índice que marca la solvencia- de la filial será del 10,5%, abandonando el terreno negativo en el que se encontraba tras la resolución.

A pesar de la fuga de depósitos que sufrió la entidad, el Santander ha conseguido que Popular haya recuperado 6.500 millones en fondos de clientes. Se trata de un tercio de los 20.000 millones perdidos por salidas de dinero ahorrado desde el pasado mes de diciembre. La entidad adquirida ya contaba a finales de junio con 56.000 millones en ahorros. Los clientes institucionales son los que vuelven con mayor ímpetu, seguidos por las empresas -sobre todo pymes-, y en menor medida los particulares, según indicó ayer el consejero delegado del grupo, José Antonio Álvarez.

«Hemos recuperado la actividad normal de la entidad», indicó ayer Álvarez en la presentación de resultados semestrales del grupo. En la parte del crédito, Álvarez reconoció que este negocio estaba «con las cañerías vacías» por el deterioro de la actividad de los últimos meses.

El grupo sigue estudiando las medidas que va a tomar en cada una de las actividades y frentes abiertos que tenía el Popular. En lo relativo a los ajustes de plantilla, Álvarez confirmó que los primeros recortes llegarán a los servicios centrales. Después llegará el cierre de oficinas y la salida de personal, unas medidas que se llevarán a cabo «en un horizonte de entre 18 y 24 meses».

Además, será en septiembre cuando el Santander active la emisión de los bonos con los que tiene previsto compensar a los accionistas del Popular afectados por la resolución.

Durante los 23 días de junio en los que Popular ya formó parte de la estructura del Santander aportó al grupo un beneficio de 11 millones de euros, de los 3.616 millones de ganancias que la entidad registró en el primer semestre, un 24% más que en el mismo periodo de 2016. La fortaleza del negocio en Reino Unido -este mercado aporta un 17% de los beneficios-, así como el fuerte crecimiento en América Latina -de Brasil procede un 26% de las ganancias- y la mejoría de España explican este buen comportamiento.