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Tres siglos en la historia

El principio. Todo comenzó en Barcelona, en Mataró, un 12 de agosto de 1888. Fue durante un congreso obrero que tuvo lugar en el Teatro de Jovellanos, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de Barcelona. Así nació la UGT. Los responsables de UGT, el sindicato más longevo de España y el segundo en Europa, afirman mantener el mismo fin que en 1888: defender derechos de los trabajadores.

Pepe Álvarez, secretario general de UGT, en los actos de los 130 años de la fundación. E. FONTCUBERTA

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León

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LUCÍA PALACIOS | MATARÓ

Muchas, muchísimas cosas han cambiado desde aquel 12 de agosto de 1888, día en que se fundó UGT. Para empezar no existían las vacaciones, por eso se pudo crear en pleno verano. Sin embargo, el espíritu de lucha por los derechos de los trabajadores y mejora de sus condiciones de vida sigue siendo el mismo, resaltan desde el sindicato liderado ahora por Pepe Alvarez.

«Detrás de cada derecho y libertad conquistado desde 1888 en nuestro país siempre ha habido un ugetista», afirma el secretario general, orgulloso del camino de su organización y resaltando que UGT ha cambiado como la sociedad. Y es que se trata de la única organización sindical que ha vivido a caballo de tres siglos diferentes de la historia. La más antigua de España y la segunda más longeva de Europa.

«Las quejas y los lamentos de los obreros ni ablandan el corazón de los patronos ni les dan el menor cuidado. Lo único que les preocupa y les obliga a no oprimir tanto a los explotados es la fuerza de la organización de éstos», denunciaba Pablo Iglesias, el joven tipógrafo que estuvo detrás de la fundación de UGT.

Todo comenzó en Barcelona, en Mataró, un 12 de agosto de 1888. Fue durante un congreso obrero que tuvo lugar en el Teatro de Jovellanos, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Allí precisamente se dio ayer el pistoletazo de salida a los actos conmemorativos del 130 aniversario, bajo el eslogan de «¡Cumplimos!».

No se entiende la historia de España sin UGT, que desde sus inicios tuvo claro su objetivo: la lucha por la libertad, la democracia y los derechos de los trabajadores, algo que en determinadas etapas no ha sido nada fácil. Muy duros fueron sus primeros años de vida bajo la presidencia de Antonio García Quejido, marcados por las duras condiciones laborales, el aumento de los precios de los alimentos, la represión de las organizaciones obreras... Sólo entre 1902 y 1905 se llevaron a cabo 71 paros generales y 92 de carácter parcial.

De esta manera se alcanzaron algunas de las conquistas reclamadas el siglo anterior por las movilizaciones obreras, como las primeras leyes sobre el Trabajo de Mujeres y Niños y la de Accidentes de Trabajo (1900), además de la Ley del Descanso Dominical (1904). Se inicia así la legislación social en España.

A partir de 1909 los paros y las protestas son constantes. El incremento de la afiliación, la victoria en la huelga ferroviaria, una mayor capacidad de lucha -por las coaliciones con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)- y la grave crisis institucional y política culminan en la convocatoria de la huelga de agosto de 1917, propiciada por la concienciación de la clase trabajadora. El resultado a corto plazo es un logro histórico: el Gobierno decreta la jornada laboral máxima de 8 horas.

La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) dejó a UGT en una situación de semiclandestinidad, lo que no impidió que al final de esta década se sucedieran graves conflictos laborales contra el régimen auspiciados por el sindicato: la huelga minera de 1927 y las protestas universitarias de 1929, por ejemplo.

La República cambia radicalmente las cosas. Al ser nombrado ministro de Trabajo Largo Caballero, secretario general de UGT, la organización asume de forma indirecta responsabilidades de Gobierno y por primera vez consigue superar el millón de afiliados. Corría 1932. Era momento de transformar las reivindicaciones laborales en leyes que acabaran con la indefensión obrera.

Nuevos tiempos

El papel de los sindicatos se ve lastrado con la Guerra Civil. Una vez finalizada la contienda, y con la derrota de las fuerzas leales a la República, comienza un largo periodo de represión y exilio para UGT y el resto de organizaciones obreras. Son años de lucha contra la dictadura, con numerosas huelgas y movilizaciones que cuentan con la activa participación de UGT.

En 1977 se legalizan las centrales sindicales de UGT, CC OO y USO, el mismo año en que la organización liderada ya por el histórico dirigente Nicolás Redondo (1976-1994) celebra la primera Conferencia sobre la Mujer Trabajadora. Allí se plantean reivindicaciones fundamentales como la igualdad de salarios, algo por lo que siguen luchando con uñas y dientes en la actualidad. El final de la década trajo la Constitución y el comienzo de los 80 llegó con la promulgación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores que, firmado por UGT y CEOE, configura el marco democrático de las relaciones laborales.

En esos años tienen lugar otros grandes logros: la aprobación de la Ley de Jornada de Trabajo de 40 horas semanales y las vacaciones de 30 días, el Acuerdo Económico Social (AES) —que combina moderación salarial con políticas activas de creación de empleo, junto a mantenimiento de rentas y pensiones—, la participación institucional y la devolución del patrimonio sindical.

La crisis desencadenada en 2008 ha sido una de las etapas más duras de la historia ya reciente, que con importantes repercusiones económicas (altísimas tasas de paro) y sociales (privatización de la sanidad, la enseñanza, la justicia...). Con la recuperación económica, UGT ve ahora el momento para recuperar derechos.

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