«La vida laboral se convertirá en una sucesión de trocitos de trabajo»
amparo estrada | madrid
Imagine un mundo donde las multinacionales mandan más que los Estados; donde los robots sustituyen a los trabajadores, que viven en una permanente incertidumbre laboral; donde el Estado del bienestar se ve cercenado. Algunos dirán que es apocalíptico y otros que ya se está produciendo. Santiago Niño Becerra (Barcelona, 1951) es de estos últimos. Este economista, que vaticinó en 2007 el estallido de una grave crisis, asegura que estamos en la «Tercera Fase» de esa crisis que acabará en 2023 y provocará un cambio de modelo a otro que no se parecerá en nada al que hemos vivido hasta ahora.
Subempleo estructural
Dibuja un mundo con desempleo estructural, subempleo elevadísimo y una desigualdad enorme. Uno de los cambios radicales que anticipa en su libro El crash. Tercera fase es el que afecta al mundo laboral. La tecnología «ha llegado a un punto en el que ya es capaz de generar PIB con cero personas». Por lo tanto, se demandarán menos trabajadores y habrá más paro, pero sobre todo más subempleo. «La vida laboral se está convirtiendo en una sucesión de trocitos de trabajo. Las empresas contratan sólo por el tiempo que necesitan. Dependerá de la profesión y de la persona que haya más o menos distancia entre esos trocitos». Cada vez va a haber menos gente con empleo o con una jornada completa. Por lo tanto, con menores salarios. Niño Becerra le pone cifras a ese mercado laboral: un 10% serán profesionales de altísima calidad y con una absoluta igualdad de género, que trabajarán en una corporación que le nutrirá de todo (sanidad, pensiones, etcétera); un 30% serán profesionales de cierto nivel que trabajarán bajo demanda (por obra o servicio); el resto serán ‘minijobs’ y renta básica. Por supuesto, el desarrollo económico irá por zonas. Las que tienen más posibilidades en España, a su juicio, son Euskadi, una parte de Cataluña, la Comunidad Valenciana hasta Sagunto, y la costa atlántica de Galicia. «No quiere decir que lo demás sea un desierto. Puede que toda Castilla se convierta en una zona cerealística hiperproductiva, pero lo harán las máquinas, no habrá nadie».