Los ‘mileuristas’ con varios pagadores salen mal parados de la Renta
edurne martínez | madrid
Más de 4,5 millones de personas ya han presentado la declaración de la Renta de 2018, lo que supone un 25% más de los que lo habían hecho el año pasado por estas fechas. El plazo acaba el 1 de julio y están previstas más de 20 millones de declaraciones, según los datos de la Agencia Tributaria (AEAT), pero la distribución de las mismas continúa siendo llamativa. Y es que seis de cada diez contribuyentes del IRPF no están obligados a presentarla. Es decir, que más de la mitad de las personas que hacen la declaración de la Renta -concretamente el 63,2%- podrían dejar de cumplir esa obligación. Entonces, ¿por qué lo hacen? Aunque a priori dé cierto respeto enfrentarse a la declaración de la Renta, en muchos casos supone una alegría para nuestras cuentas. Esa es la motivación principal que ofrecen los expertos respecto a por qué estos 12 millones de declarantes que cobran menos de 22.000 euros al año lo hicieron en 2016, según los últimos datos disponibles.
Pero llama la atención que aproximadamente el 10% de la recaudación total del impuesto se obtenga precisamente de estos contribuyentes que no tienen obligación de declarar, ya que supone que de los 9.173 millones de euros que ese año se ingresaron a Hacienda por este impuesto, unos 900 millones los pagaron justo aquellos que cobraron menos de 22.000 euros al año. Se debe, según los expertos consultados, a los contribuyentes que por tener varios pagadores deben hacer la declaración de la Renta a partir de 14.000 euros. Concretamente, en el IRPF que se está presentando ahora son los que cobran más de 12.643, puesto que la ampliación a 14.000 entrará en vigor el año que viene. Dos o más pagadores Están exentos aquellos que tengan varios pagadores y reciben abonos por debajo de los 1.500 euros del segundo. Es decir, una persona que durante la mitad del año haya trabajado en una empresa y, a partir de entonces, en otra estará obligado a presentar la declaración de la Renta solo si ganó más de 12.000 euros y percibió de la segunda más de 1.500 euros. Algo que, salvo casos muy excepcionales, se cumple en la mayoría de los casos. Es más, si una persona se queda en paro, la prestación por desempleo se considera también como un segundo pagador porque, a efectos fiscales, el dinero percibido por desempleo no es diferente de la renta del trabajo.
Y como la retención de IRPF sobre esta prestación es mínima, la cantidad a pagar a Hacienda en la declaración de la Renta podría ser elevada.