Europa mira de lejos una guerra comercial que le obligará a elegir
Los expertos vaticinan que el conflicto EE UU-China no tiene solución sencilla ni a corto plazo.
edurne martínez | madrid
La guerra ha comenzado. En este siglo XXI las guerras han pasado de ser sangrientas y con multitud de pérdidas humanas a convertirse en batallas ideológicas y tecnológicas, en muchos casos igual de peligrosas. Para la sociedad las consecuencias que acarrea son impredecibles. En la que estamos inmersos, algunos no eran conscientes de la magnitud del conflicto hasta que ha salido a la palestra el problema con Huawei. La marca de móviles china (segunda en ventas en España solo por detrás de Samsung) ha sido una de las víctimas directas del desencuentro del presidente Trump con el gobierno del gigante asiático. Millones de usuarios se preguntan ahora si podrán seguir utilizando sus ‘smartphones’ sin problema después de que Google haya roto relaciones con ellos, llevándose consigo su sistema operativo Android.
Pero la guerra comercial trae consecuencias mucho más allá de vetos a empresas concretas. «Vamos a ver una renacionalización de las cadenas de valor, lo que tendrá un efecto en la inversión por la incertidumbre que ya se está generando en los mercados», explica Ángel Saz, profesor del departamento de Economía Global y Geoestrategia de Esade. Y es que en su opinión, cualquier tipo se sanción o prohibición «puede generar desequilibrios globales». El problema es que «Europa está en medio del debate» sobre cómo actuar frente a las inversiones chinas, que han supuesto un «gran volumen» de negocio en la última época pero también han generado tensiones en este territorio, «tanto desde la propia Comisión Europea por temas de competencia como por otros países».
Algunos detalles
Desde principios del mes de mayo, Estados Unidos incrementó los aranceles para las importaciones de más de 5.000 productos chinos del 10% al 25%. Además, Trump ya ha amenazada con aplicar estas tasas al resto de las importaciones procedentes del país asiático si no alcanza un acuerdo comercial con ellos. En respuesta, China anunció que a partir del 1 de junio impondrá aranceles también del 25% a los bienes que lleguen de EE UU.
El impacto de estos aranceles «ya es evidente en los datos del comercio internacional», asegura el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) tras analizar la situación en un estudio dirigido por la economista jefe del organismo, Gita Gopinath. El año pasado EE UU compró bienes procedentes de China por valor de 540.000 millones de dólares, mientras que el gigante asiático hizo lo mismo con su enemigo comercial por valor de 120.000 millones. De hecho, la organización con sede en Washington contradice así al presidente estadounidense y sostiene que este conflicto podría «dañar significativamente la confianza de las empresas y los mercados financieros y alterar las cadenas de suministro». Y cifran en un 0,3% lo que esta guerra puede restar al PIB a corto plazo. Además, afirma que su recrudecimiento podría poner «en peligro» la recuperación económica global prevista para este año y señala a los consumidores de EE UU y China como los «inequívocos perdedores» de las tensiones. «Los ingresos por aranceles han sido pagados casi por completo por los importadores estadounidenses», dice el texto.
A la espera de lo que pase en unos meses con Huawei, a quien el gobierno estadounidense ha dado tres meses de plazo para que comience el veto, estos aranceles abren un nuevo obstáculo para la recuperación mundial. Y Europa no se queda fuera de la partida. Las cifras publicadas por la OCDE esta misma semana en el foro de París revisan a la baja sus previsiones en todos los países de la UE (a excepción de España, donde las mantiene en un crecimiento del PIB del 2,2% para este año y del 1,9% para el que viene).