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Los litigios le cuestan al banco más que lo ganado con la ‘letra pequeña’

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León

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J.M. Camarero | Madrid

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, admitió implícitamente que la estrategia de las entidades por apretar en los juzgados a los clientes en los conflictos que han mantenido sobre todo a raíz de la crisis no lleva a buen puerto. Ni siquiera desde el punto de vista económico, porque «el coste de la litigiosidad a largo plazo sobrepasa con creces el eventual beneficio» que se hubiera obtenido «a corto plazo a través de comportamientos cuestionables».

Es la primera vez en la que el gobernador hace una referencia tan explícita a la realidad que se ha ido imponiendo con el paso del tiempo: la acumulación de demandas judiciales en casos como el de las cláusulas suelo, al final, han resultado favorables para los afectados y, por tanto, han generado costes para las entidades, empeñadas en seguir ese camino, como sigue ocurriendo en la actualidad, a pesar de la multitud de sentencias desfavorables.

En el XV Encuentro Financiero de IESE y EY que tuvo lugar ayer, Hernández de Cos volvió a insistir en que la «reputación y la confianza de los clientes son elementos fundamentales» en los que se asienta el negocio bancario. El gobernador ha recordado que, por ejemplo, el caso de las cláusulas suelo ha tenido un coste estimado para el sector de 2.200 millones de euros hasta el mes de junio. Y afirmó que «aún existen otros procesos legales relevantes pendientes de resolución», como el del índice IRPH, sobre el que se tiene que pronunciar la Justicia europea.

Cos indicó que «las entidades deben esforzarse en revertir esta tendencia proporcionando a sus clientes los productos y servicios financieros adecuados a sus necesidades y capacidades, así como suministrando la información relevante de manera clara y transparente».

Sin embargo, Hernández de Cos no hizo ninguna referencia a alguno de los casos judiciales relacionados con supuestas prácticas irregulares, como las que habría llevado a cabo BBVA cuando Francisco González era su presidente contratando servicios a una empresa del excomisario Villarejo; un comportamiento por el que tanto la entidad como el propio ejecutivo se encuentran investigados en la Audiencia Nacional.

En esa misma intervención, Hernández de Cos analizó las consecuencias de la actual política de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), que se mantendrá en «bajos tipos durante más tiempo».

El gobernador apuntó que no se puede descartar que esta decisión de la institución monetaria «durante un tiempo adicional potencialmente amplio pueda acabar teniendo alguna consecuencia negativa» sobre el sector bancario. En cualquier caso, indicó que hasta ahora esa política no ha perjudicado la oferta de crédito en España.

Sin embargo, pidió a las entidades que prioricen la mejora de la eficiencia y la reducción de la morosidad.

«Son las acciones que deberían ser priorizadas por los bancos», subrayó. Considerando conjuntamente un escenario hipotético en el que la banca alcance su mejor ratio de eficiencia, por debajo del 43,2%, y con una morosidad en mínimos históricos, la mejora del resultado anual podría haber sido de casi 5.000 millones de euros con respecto al observado en junio de 2019.

También se refirió Hernández de Cos a algunos de los efectos que estas decisiones pueden provocar en el día a día de los ciudadanos. Por ejemplo en cuanto a la posibilidad de que la banca cobre a los clientes por los depósitos. Aunque es una opción que solo se ha planteado sibilinamente por parte de algunos ejecutivos bancarios, es una realidad que ya se produce entre las empresas y algunos grandes patrimonios. Sin embargo, el gobernador ha apuntado que esos intereses «ya están muy cerca de cero», por lo que «eventuales descensos adicionales en la remuneración serán probablemente más difíciles de transmitir» a los depósitos y cuentas de ahorro.

Además, ha advertido a la banca de que si aplica ese interés negativo al ahorro «podría conllevar a una caída en la oferta de fondos» ya que los hogares «podrían preferir sustituirlos por efectivo, cuya remuneración es nula, pero no negativa».