Hacienda quiere gravar los vuelos y los plásticos de un solo uso
Considera una «necesidad» responder a la mayor conciencia medioambiental de la sociedad
El Ejecutivo ha iniciado una consulta pública sobre dos nuevas figuras tributarias «verdes», el impuesto que gravará el transporte aéreo y el que se prevé aplicar sobre los envases de plástico de un solo uso. Hacienda ha colgado en su web los documentos en que esboza, sin precisar los tipos con que se gravarán ni tampoco quién tendría que pagarlos, sus propuestas y sus motivos para arrancar este proceso participativo y avanzar en la que expresa como «necesidad» de que el sistema tributario responda a la mayor conciencia medioambiental de la sociedad.
Respecto al impuesto que gravaría el uso del transporte aéreo, Hacienda expone que, con él, se pretende que no sólo se consiga «internalizar el coste de las externalidades ambientales ocasionadas por la emisión de gases de efecto invernadero» sino además, «fomentar en sus usuarios la utilización de otros modos de transporte más respetuosos con el medio ambiente». Asimismo, el Gobierno pretende que este instrumento fiscal sirva de incentivo para explorar nuevas tecnologías y carburantes menos contaminantes. Con su implantación, defiende Hacienda, el Estado contará con una recaudación extra que se puede utilizar para reducir la carga de otros impuestos.
El ministerio del que María Jesús Montero es titular también plantea un gravamen sobre el queroseno de la aviación. Si bien se cree eficaz, «esta medida en el corto plazo resulta inviable en los vuelos intracomunitarios e internacionales». Ello, debido, por ejemplo, a que según la normativa europea, el queroseno usado en navegación aérea que no sea de recreo está exento de tributación y sería necesario formalizar acuerdos bilaterales con cada Estado miembro para poder gravarlo en los vuelos que tengan lugar dentro de la UE.
En cuanto al impuesto sobre el plástico de un solo uso, el objetivo es reducir las unidades de estos productos que llegan al mercado y la disminución de su consumo, de manera que se reduzcan los residuos plásticos, se recorten los costes de su gestión y, en especial, de los que pudieran derivarse de su abandono en el medio ambiente, ya que rara vez se reciclan y tienden a convertirse en basura dispersa. Asimismo, se busca que surjan nuevos modelos de negocio ligados a productos reutilizables.
Frente a otras alternativas como la regulación o los incentivos al desarrollo de otras actividades, Hacienda defiende la mayor eficacia de una medida estrictamente fiscal como es un impuesto en ambos casos. La persistencia en el tiempo del tributo convierte en permanente el incentivo de utilizar medios de transporte menos contaminantes o de realizar una producción y utilización razonable de los envases de plástico de un solo uso, ya que la cantidad a pagar por un viaje o por la producción o la utilización de un envase obedece directamente a los hábitos de utilización; mientras que en el caso de las regulaciones, el incentivo desaparece una vez alcanzados los umbrales o los requisitos fijados por la normativa.