La UE traza un plan para rebajar la dependencia industrial europea
España, Francia, Alemania, Italia y Grecia dan su apoyo a la nueva estrategia comunitaria
España, Francia, Alemania, Italia, Austria, Grecia, Luxemburgo, Rumanía y Bulgaria mostraron ayer su apoyo a la nueva Estrategia Industrial para la Unión Europea (UE) y urgieron a reducir la dependencia de las empresas comunitarias de terceros países.
«La única forma en que nuestra industria podrá competir es uniendo nuestras fortalezas nacionales. La crisis del Covid-19 nos recuerda la urgente necesidad de reducir nuestra dependencia de proveedores no europeos. Nuestra soberanía está en juego», dice una declaración firmada por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y sus homólogos europeos.
Estos nueve países, entre los que se cuentan las cuatro primeras economías de la eurozona, mostraron su respaldo a la estrategia presentada ayer por la Comisión Europea, un plan que venían reclamando desde hace tiempo los Estados «ante los cambios tecnológicos y climáticos, en el contexto de un mundo altamente globalizado», recordaron.
La estrategia comunitaria, que no incluye propuestas legislativas inmediatas sino un amplio repertorio de acciones en diversos ámbitos a distintos plazos, se centra en mejorar la competitividad global de la industria europea, apoyar sobre todo a las pymes y eliminar los obstáculos que impiden explotar el potencial de un mercado único con 440 millones de consumidores.
Los ministros consideran que, junto con sus homólogos del resto de los Veintisiete, deben garantizar que la estrategia «se implemente rápidamente» e «impulsar iniciativas a gran escala».
Así, los nueve países firmantes apoyan «acelerar la descarbonización de la industria europea», en particular «trabajar en un mecanismo de ajuste de carbono en frontera compatible con la Organización Mundial del Comercio».
Este tipo de herramienta, que actualmente no existe en la UE, permitiría equilibrar -por ejemplo por medio de una tasa- la situación entre la industria europea, que se ve obligada a cumplir amplias exigencias medioambientales con lo que ello supone en términos de coste, y las importaciones de terceros países, dónde los productores se rigen por normas más laxas.
Apuestan también por adaptar las normas comunitarias de ayudas estatales en materia de energía y medio ambiente, así como por financiar proyectos ecológicos, incluso con apoyo del Banco Europeo de Inversiones.
Los nueve países piden además poner el foco en las «cadenas de valor estratégicas», en concreto utilizando los Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (IPCEI) como los que ya existen para las baterías eléctricas o la microelectrónica en otras áreas, tal y como prevé la nueva Estrategia.
«Celebramos el compromiso de la Comisión de dedicar más fondos europeos a cadenas de valor estratégicas, tecnologías clave e innovaciones relevantes. Las pymes deberían participar plenamente» en estos ecosistemas industriales, dicen.
Asimismo, valoran que la Comisión quiera garantizar una competencia leal con empresas de terceros países y la intención de adaptar sus normas de ayudas de Estado al «desarrollo tecnológico y del mercado global».
La demanda de una estrategia industrial europea cobró fuerza en 2019, en plena tensión comercial entre Estados Unidos y China, y en el contexto de una creciente preocupación comunitaria por la competencia de empresas chinas atiborradas con subsidios estatales o por la presencia del gigante asiático en sectores clave.
La casualidad ha querido que la estrategia venga a presentarse en medio de una inesperada crisis, la del coronavirus, que ha puesto de manifiesto la dependencia de terceros en las cadenas de valor europeas.