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España busca un sillón en el mundo para afrontar la crisis

La candidatura de Calviño al Eurogrupo resarciría la ausencia de altos cargos en una década

Pedro Sánchez junto a Nadia Calviño. BALLESTEROS

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León

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El runrún ha condicionado históricamente los movimientos entre bambalinas para auparse hasta alguno de los grandes puestos representativos de las instituciones mundiales, en general, y de la Unión Europea, en particular. Tras meses de especulaciones y deseos personales más o menos velados, España ha presentado la candidatura de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, para que presida el Eurogrupo (el cónclave de los responsables de finanzas de los países del euro). La ministra tendrá que retener los votos que tiene seguros -el último espaldarazo, poco baladí, le ha llegado desde Alemania, con la validación de Angela Merkel-; y buscar los de quienes dudan entre ella y los dos candidatos irlandés y luxemburgués. El día 9 llegará la decisión. Hasta entonces todo sigue en el aire. Como en las otras ocasiones en las que España ha intentado buscar su hueco de representatividad y protagonismo más allá de nuestras fronteras. El que fuera también vicepresidente económico, Luis de Guindos, sabe lo que es ver frustradas sus opciones para ese mismo cargo. En 2015 retiró su candidatura a presidir el Eurogrupo a la vista del claro triunfo del holandés Jeroen Dijsselbloem. El responsable de la política económica en el Gobierno de Mariano Rajoy lo había intentado desde las largas noches de 2012 en las que negociaba en Bruselas los términos del rescate financiero, las políticas de los hombres de negro y las exigencias de la troika.

Forjó amistades, pero no lo consiguió. Fue tres años después, en 2018, cuando accedió a la vicepresidencia del BCE, el primer amago de España para ocupar un lugar en el mundo tras casi diez años sin levantar la mano. La cuarta potencia europea y una de las grandes del G-20 no ha tenido un solo representante de alto nivel desde la anterior crisis. La salida de José Manuel González-Páramo como miembro del directorio del Eurobanco en 2012 puso el punto y final a una sucesión de mandatos como los de Javier Solana al frente de la política exterior de la UE (1999-2009); Rodrigo Rato en el FMI (2004-2007); o Josep Borrell en el Parlamento Europeo (2004-2007). Amén del reparto de comisarios comunitarios entre PP y PSOE.

Relegada por la deuda

Con la crisis de deuda iniciada en 2010, de la que fue una de las grandes protagonistas, España quedó relegada por todos sus socios. Ahora, con otra grave recesión en ciernes en la que el país no sido el origen -aunque sí otro gran afectado-, Nadia Calviño insiste en liderar un Eurogrupo desde el que puede, al menos condicionar, las acciones de los países del euro, donde la lucha norte-sur sigue tan vigente como hace una década. El baile de sillones no responde a cuestiones estrictamente objetivas sino a un juego de equilibrios y contrapesos. En ciernes también estaría la candidatura de la ministra de Exteriores, Arancha González-Laya, para presidir la OMC. Los contactos, el ‘networking’, son cruciales para hacerse con cualquier puesto. Si Calviño lo consigue será, además, la primera mujer al frente del organismo paneuropeo. Acabaría así con una década ominosa en la que, además de sufrir las consecuencias de dos crisis, España había perdido buena parte de su influencia internacional.