Las tareas pendientes de Donohoe
El Eurogrupo tiene un papel fundamental en la reformulación de las políticas de la zona euro. Y su presidente, oficialmente Paschal Donohoe a partir del día 13, es la referencia más visible como encargado de presidir las reuniones mensuales de un órgano que agrupa a los responsables de las finanzas de los diecinueve países que comparten divisa. Sobre su mesa está todo lo fundamental: desde las distintas políticas de convergencia hasta la responsabilidad de apuntalar a los Estados ante el riesgo de desplome de su deuda soberana en los mercados. El papel del Eurogrupo fue relevante en la anterior crisis. Desarrolló la herramienta de rescate, también conocida como Mede o Mecanismo Europeo de Estabilidad, que lanzó los programas de auxilio a Grecia, Irlanda, Portugal o España. En los últimos años ha intentado profundizar en el reforzamiento del euro y el blindaje ante futuras crisis. Pero en términos prácticos se ha quedado como un club de debate sobre el futuro de la eurozona con cuentas pendientes como completar la Unión Bancaria.
La depresión en la que está sumida Europa desde principios de año le obligará a jugar un papel más activo. Ese es el desafío. Pero ahora, Donohoe tendrá que lograr que el engranaje entre las capitales funcione. Se le exigirá una capacidad extra para lograr consensos, mano izquierda para superar divergencias nacionales y las tiranteces perennes entre bloques. Porque el Eurogrupo deberá supervisar ese fondo de recuperación, todavía teórico, de 750.000 millones de euros (500.000 en subsidios y 250.000 en créditos), que los jefes de Estado y de Gobierno intentarán aprobar en la cumbre del viernes en Bruselas.