Oficinas más grandes con ‘asesores’
Aunque en términos generales la red de oficinas bancarias tiende a minimizarse con el paso del tiempo, las entidades también realizan aperturas, o al menos adaptaciones, de oficinas bancarias. El modelo de relación comercial físico impulsa a las firmas a establecer grandes sucursales, con más personal y más asesores, frente a los pequeños locales atomizados por toda España, que imperaron en el sector hasta la anterior crisis económica y financiera.
Las sucursales que sobrevivan servirán para otros fines distintos a los que estaban pensadas las tradicionales oficinas. A medida que las transacciones rutinarias se realicen plenamente en internet, se convertirán en centros de funciones de asesoramiento de mayor valor, como la venta de productos complejos y más rentables o la concesión de préstamos a pequeñas empresas. Por eso también se limita el tamaño de cualquier ahorro.
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, indicaba esta misma semana que la banca necesita «menos operativa transaccional aburrida y más operativa de valor añadido». El ejecutivo considera que la tendencia pasa por «reagrupar oficinas más grandes porque el servicio es cada vez menos tendente a ingresar un cheque o sacar efectivo, sino a pedir asesoramiento».
El cliente ve ahora más obsoleta la oficina de toda la vida y por ello las nuevas sucursales se han configurado como grandes centros de negocio en los que, incluso, se puede tomar un café. Los bancos han desarrollado el concepto de cercanía y empatía para que el cliente no tenga precisamente la sensación de que se encuentra en un lugar hostil, sino todo lo contrario.
Las nuevas oficinas son más grandes, porque, además, incorporan a un mayor número de empleados, que en la mayoría de los casos realizan funciones de asesoramiento. Todas las operaciones transaccionales de caja (ingresos, reintegros, transferencias, etc.) se habilitan casi siempre a través de los cajeros automáticos. Insolvencias millonarias Por otra parte, los seis bancos que cotizan en el Ibex-35 han vuelto a sacrificar sus ganancias en el primer semestre de 2020, incurriendo en pérdidas históricas en algunos casos, para blindar su balance ante el aumento del riesgo derivado de la crisis económica que han ocasionado las medidas para mitigar la expansión del coronavirus.