Los acuerdos sobre la armonización de la fiscalidad del ahorro de los no residentes, a punto de fracasar
A la Unión Europea se le está acabando el tiempo para alcanzar un acuerdo sobre fiscalidad del ahorro de los no residentes con seis países terceros, EE. UU., Suiza, San Marino, Liechtenstein, Mónaco y Andorra, en cuyo defecto decaerían por la fuerza los acuerdos del Consejo Europeo de Feira, (junio de 2000), que daban de plazo hasta diciembre de 2002 para instaurar un régimen común de colaboración informativa entre las administraciones tributarias de los Estados miembros a estos efectos. Los contactos mantenidos hasta ahora por la Comisión Europea con los seis países en cuestión arrojan resultados dispares: mientras Estados Unidos muestra una actitud abiertamente colaboradora, Suiza se ha encastillado en una negativa firme a transmitir a sus países de origen información sobre los extranjeros que perciben en su país rentas de capital. Portavoces comunitarios reconocieron ayer que, si no se alcanzan los acuerdos requeridos con los terceros países afectados, el proyecto de armonizar en la Unión Europea la fiscalidad del ahorro de los no residentes podría darse por perdido. La situación está cobrando tintes tan incómodos que los ministros de Economía y Finanzas de los Quince tienen previsto abordar el tema, cuando se reúnan este fin de semana en Copenhague, durante un Ecofín informal. El portavoz del comisario Bolkestein, (Mercado Interior), Jonathan Todd, ha reconocido que la Comisión no está buscando la instauración, en los países terceros con los que negocia este tema, de un «régimen igual» al que imperaría en la UE si se alcanzara el acuerdo, sino de una figura «equivalente». Todd admitió que, de todos modos, «nadie sabe cúanto de igual tendría que tener esa equivalencia». Luxemburgo y Austria, con Bélgica en la trastienda, exigen, para transigir con un modelo de armonización fiscal del ahorro en la UE que comprometa la información plena entre administraciones tributarias, que los seis países terceros mencionados implanten el mismo régimen en sus territorios respectivos. De otro modo, no se sentirán vinculados por los acuerdos de Feira. Y el mantenimiento del secreto bancario en Bélgica, Luxemburgo y Austria, dinamitaría las bases del acuerdo de 2000, todo un fiasco para el prestigio de la Unión Europea.