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España descorcha su botella del fin de la crisis sin saber cuánto durará

El consumo, que se dispara tras decaer el estado de alarma, augura un rápido crecimiento

Una mujer baila en Sitges, primer ensayo del ocio nocturno de la pandemia. ALEJANDRO GARCÍA

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León

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Pocas veces una metáfora ha representado tan fielmente el estado de la economía española este mes de mayo: la celebración que cualquiera realiza al abrir una botella de cava, con la espuma gaseosa desbordada después de estar sometida a la presión del vidrio, es el sinónimo de cómo la demanda de las familias contenida durante meses de restricciones ha comenzado a expandirse rápidamente nada más finalizar el estado de alarma, el día 9.

El ‘efecto burbuja’, con el repunte de los indicadores al que se somete la economía, deja una pregunta en el aire: ¿Qué hay detrás de este impulso que toda la sociedad estaba deseando tras el duro año de crisis? Por ahora, la realidad es incontestable. Apenas dos semanas después de que acabaran las grandes restricciones (movilidad entre comunidades o toques de queda), el consumo y la actividad repuntan.

Entre los datos que el Ministerio de Economía analiza casi diariamente, el de gasto con tarjetas es uno de los grandes termómetros: en la primera semana de mayo las compras de los españoles con sus tarjetas crecieron un 9% en términos interanuales, sin tener en cuenta los datos de 2020, al ser el del confinamiento total del país; en la segunda semana, aumentaron un 7%; y las de los extranjeros pasaron de caer un 64% en abril a hacerlo un 53% en los últimos días, según CaixaBank Research.

Los datos que maneja Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research, se va a generar a corto plazo «un círculo virtuoso» en el que incluye la mejora de la confianza, del gasto, y de la recuperación turística, que comenzó en abril. Cardoso apunta que en esta última semana una vez superada la primera quincena de mayo, el gasto «presencial» con tarjeta de extranjeros es un 60% inferior al de la misma semana de 2019, frente a apenas un 20% o un 30% en el que se movía hasta ahora.

LOS NUEVOS ‘FELICES 20’

Ante estos registros, Mikel Larreina, profesor de Finanzas de Deusto Business School, explica que «había muchas compras que estaban retenidas por no poderlas llevar a cabo o por inseguridad». Apunta que «a corto y medio plazo puede que tengamos una reacción psicológica como la de hace un siglo tras las I Guerra Mundial». Se refiere a los ‘felices años 20’, en los que las economías vivieron una etapa de esplendor tras el desastre bélico.

La desesperación vinculada al coronavirus también provoca un cambio de mentalidad entre los ciudadanos tras 14 meses atemorizados sanitariamente y limitados económicamente. «Estaba claro que se iba a recuperar después de tanta contención», indica Matilde Mas, directora de Proyectos Internacionales del IVIE. «No parece que vaya a ser una recuperación en ‘W’ (repunte seguido de otra caída)», estima. «Más bien será una recuperación larga, lo cual no está nada mal porque de la anterior crisis financiera nos costó salir hasta diez años», recuerda.

A la espera del turista exterior

Pero, ¿es esto ya la recuperación? Para Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas, esta etapa «no es un rebote, como sí lo fue el de la desescalada del año pasado». Apunta a que ahora la vacunación está extendida día a día, lo que conlleva una «disminución de la incertidumbre». Para este experto, las restricciones «han pesado como una losa» y ahora sin ellas se reanima el consumo, como demuestran las ventas minoristas; la producción industrial; o la demanda eléctrica.

También mejoran los parámetros que más necesita la economía para regresar lentamente a su estado natural: el turismo. Hasta esta semana, las reservas realizadas representan un 81% de las que había la misma semana de mayo de 2019. El hándicap sigue estando en los visitantes extranjeros. El Gobierno espera recuperar a finales de año el 70% de esos viajeros.

Para Moisés Martín, miembro de Economistas Frente a la Crisis, «todo dependerá de la llegada de turistas».

Torres recuerda que en un año normal «cada vez de temporada permite ingresar más de 10.000 millones de euros». Este experto recuerda que todos estos buenos datos tienen su reflejo casi instantáneo en el mercado laboral. «La afiliación efectiva, descontando erte y autónomos con prestación, se incrementó en 30.000 personas en marzo y el doble en abril».

En lo que va de mayo, hay 20.000 trabajadores más de hostelería, comercio y ocio que en el promedio de los años 2017/2019, según apuntó el ministro de Seguridad Social el pasado viernes. En el resto de actividades, la afiliación se encuentra «en línea» con la de ese rango temporal comparable.

Otra referencia para testar el mercado laboral está en los trabajadores en erte. Hasta el pasado 11 de mayo —el último dato disponible— había menos de 600.000 acogidos a esta medida de protección. Pero el hándicap español sigue siendo el desempleo. Ya hay grandes expedientes colectivos (ERE) en marcha. Y la tasa de paro seguirá siendo de las mayores de la UE. Ese es el gran desafío tras el verano.

Porque no todo son buenas noticias. Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, considera que es «un error pensar que estamos en la recuperación plena, como ocurrió en el tercer trimestre del año pasado».

Y apunta varios riesgos, con lo que considera «una prueba del algodón»: el hecho de que las actividades que no se han visto sometidas a restricciones «no tienen un crecimiento espectacular». Lacalle ve peligros en la «amenaza» de la subida de impuestos y el de «acabar con la reforma laboral» en un país con la mayor tasa de paro de toda la UE.

Empresas esquilmadas

También apunta la destrucción del tejido productivo que ha azotado a muchas empresas. Una realidad que sigue ahí a pesar de la fiesta del consumo. En este sentido, Torres considera que hay un riesgo en «la supervivencia de empresas sobreendeudadas» durante la crisis «pese a ser viables».

Y señala la importancia de que se desplieguen definitivamente las ayudas directas anunciadas por el Gobierno en marzo y cuna distribución depende en última instancia de las comunidades autónomas. Después de meses de ahorro, una parte de la población está ahora más dispuesta que nunca a gastar. Pero esta realidad tendrá un límite que Cardoso fija al finalizar el tercer trimestre de este año. «A partir de ahí, cuando se vaya agotando ese ahorro forzoso, serán las Administraciones las que deban aplicar sus políticas» con los fondos europeos, para evitar caer en una nueva fase de crisis.

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