Volkswagen quita de su menú la salchicha al curry y abre la polémica en Alemania
Ni cambio climático, ni campaña electoral. El debate público en este país gira estos días en torno al alimento sacrosanto de los alemanes: la salchicha. La decisión del consorcio automovilístico alemán Volkswagen de retirarla de la carta de su cantina en el edificio central de su fábrica de Wolfsburg, donde trabajan más de 60.000 personas, ha desatado una discusión apasionada a la que se han sumado incluso políticos destacados.
En cuanto finalicen las vacaciones estivales, Volkswagen no ofrecerá ya a sus empleados la posibilidad de deleitarse con el tentempié germano por excelencia: la Currywurst, un embutido escaldado y ahumado, hecho con carne de cerdo, que se cocina sobre una plancha aceitosa y se sirve cortada en rodajas en una bandejita de cartón, generosamente cubierta de salsa de tomate con curry y acompañada de un panecillo para untar o una buena ración de patatas fritas. El grado de picante a gusto del consumidor. Toda una bomba calórica sembrada de colesterol.
En 2019, el año previo a la pandemia, la carnicería de Volkswagen produjo siete millones de salchichas. Bastante más que unidades de automóviles de la marca. Los ‘currelas’ de VW engulleron además más de 550 toneladas de salsa de tomate. La salchicha lleva impresa en todo su largo la inscripción ‘Pieza original de Volkswagen’ y es objeto de culto entre sus empleados e incluso muchos de los visitantes que acuden a recoger personalmente sus vehículos nuevos o a visitar el museo.
La orden se debe a la decisión de liberar ese restaurante industrial de todo vestigio de carne o pescado y servir sólo platos vegetarianos o veganos. Una decisión que ha indignado incluso al excanciller federal Gerhard Schröder. «Es la barrita energética para el trabajador en la producción y debe seguir siéndolo». Ha creado el hashtag #rettetdiecurrywurt», «salvad la currywurst».