El BCE apuesta por un final sin sobresaltos para su programa de estímulos
«Si veo buenos datos de empleo, apoyaría empezar el ‘tapering’ en la próxima reunión; un proceso gradual que concluya en torno a mitad del año que viene es probablemente apropiado». Estas dos frases pronunciadas por el presidente de la Reserva Federal Americana, Jerome Powell, tras el último cónclave del banco central más poderoso del mundo, han llevado a los analistas a coincidir en que EE UU ya tiene un calendario para replegar los estímulos económicos con los que ha venido combatiendo el impacto pandémico.
Si la recuperación mantiene el ritmo, en noviembre se pulsará el botón con una reducción de compra de deuda (actualmente en los 120.000 millones de dólares mensuales) que se completaría en el primer semestre de 2022. Sobre el papel, la medida camina en paralelo a la anunciada en la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE. El pasado día 9, el principal emisor del euro lanzaba que aminorará en el último trimestre el ritmo de compra de deuda de su programa de respuesta de emergencia contra la pandemia (PEPP por sus siglas en inglés), con una dotación de 1,85 billones de euros.
Lo hacía en base a unas mejores perspectivas económicas y a la subida de la inflación. El comienzo de un repliegue sin eventuales sobresaltos que daba la razón a los banqueros centrales de Alemania, Austria o Países Bajos, los ‘halcones’.