Los empresarios pedimos al Gobierno saber por dónde vamos a transitar»
Habla alto y claro para defender los intereses de los empresarios, sobre todo de los más pequeños. A Gerardo Cuerva (Granada, 1971), reelegido recientemente presidente de Cepyme, le preocupa la deriva que está tomando este Gobierno, al que critica por «tomar atajos cortoplacistas» y muestra su temor a que detrás de sus decisiones se esconde un cambio de modelo económico.
—Después de un año y medio largo de pandemia, ¿los empresarios ya ven la luz al final del túnel?
—Estamos vendiendo que la reactivación es recuperación y no lo es. Es cierto que se está reactivando el sistema, pero eso no significa recuperación. Tenemos que tener cuidado con eso. Hemos bajado al subterráneo más subterráneo y ahora vamos en la senda de la subida. ¿Pero con qué endeudamiento viene la empresa? ¿Qué situación arrastra?
—¿Ve entonces demasiado optimismo por parte del Gobierno?
—Los empresarios no vivimos de la esperanza ni del optimismo. Vivimos de la realidad. Nosotros pretendemos tener un escenario predecible. Lo que no podemos estar es para un lado y para otro, con decisiones cortoplacistas. Incluso me atrevería a decir populistas. La empresa y la economía no necesitan eso. Necesitan predictibilidad, seguridad jurídica y dejarnos de tanto titular y ponernos a trabajar por el medio y largo plazo de este país. Eso es lo que le pedimos al Gobierno: saber por dónde vamos a transitar.
—Eso entiendo que también lo dice por los erte, que están aún sin resolver.
—El Gobierno nos dio el primer papel el pasado martes, a siete días para su aprobación. ¿Usted está menospreciando a cientos de miles de empresas que realmente tienen que saber a qué acogerse? Entendería que si lo va a dejar todo igual, pues pudiera esperar al último día, pero si pretende hacer cambios, tendremos que saber qué vamos a hacer con nuestros trabajadores.
—¿Estaría dispuesta la patronal a pagar una parte de la formación de esos trabajadores?
—¡Si la formación ya la estamos pagando! Pagamos el 0,7% los empresarios y el 0,1% los trabajadores. ¿Y ahora me dice usted que no tiene recursos suficientes para pagar? ¿Dónde está el dinero de la formación que estamos pagando? Son miles de millones de euros los que entran en las arcas del Gobierno.
—¿Hay enfado por haber subido el salario mínimo?
—Enfado, en el sentido enfado, no. Nosotros lo que decimos es que no estamos en los parámetros para subir el salario mínimo. ¿Cabreado? Bueno, la decisión es del Gobierno y el Gobierno tiene que entender que las decisiones tienen consecuencias y ya está. Pero a mí me preocupa mucho a dónde va todo esto. ¿Qué pretende el Gobierno? ¿Intervenir en los acuerdos salariales en España? Para eso están los convenios colectivos. ¿Intervenir en los salarios vía el salario mínimo? Entonces estamos en un escenario distinto. Por eso, muchas veces, de las decisiones que está tomando el Gobierno me preocupa mucho lo que ocurre a corto plazo, pero me preocupa mucho más qué hay detrás. Si lo que hay detrás es un cambio de modelo, eso sí que me preocupa, como empresario, como persona que cree en la libre competencia, en la propiedad privada. Veo una inestabilidad de seguridad jurídica que a mí me preocupa. No queramos regular los salarios vía real decreto, porque eso es la muerte del sistema económico en España. Y ha funcionado muy bien en la mesa de negociación colectiva en los últimos 40 años. ¿Por qué ahora cambiamos? ¿Por tener más poder? ¡Cuidado!
—Entiendo, entonces, que no ve con buenos ojos las medidas que ha tomado para bajar la factura de la luz.
—Creo que están lejos de ser la solución definitiva de un modelo energético que tiene estas deficiencias. Volvemos a lo mismo, al siguiente tuit, al siguiente titular. Y estamos preocupados. No es de recibo que el Gobierno coja atajos cortoplacista. No entendemos cómo la solución es, y así se vanagloria la ministra y vicepresidenta tercera del Gobierno, «le hemos metido la mano en la caja de la empresa», «le hemos confiscado o hemos intervenido los beneficios extraordinarios». Pero ¿en qué modelo estamos? ¿Por dónde vamos? Eso es en otras latitudes. España es un país muy serio y no podemos dar esas señales de inseguridad jurídica porque eso al final lastrará la inversión externa extranjera.
—Otra de las grandes preocupaciones de los empresarios son las ayudas directas que no están llegando.
—No vale que siempre, cuando este Gobierno hace alguna norma, estime que todos los empresarios somos unos delincuentes. Vamos a ver qué ocurre al final con esa rectificación de los requisitos para acceder a las ayudas. Pero insisto, llega tarde porque la empresa desgraciadamente necesitaba el oxígeno ya. A los empresarios no nos vale el anuncio de una medida, nos vale la implementación real de las mismas.
—¿Y cree que hay demasiado anuncio y poca implementación?
—Exacto. Llevamos 15 meses, 18 meses de anuncios de medidas que quedan en el cajón. Y eso a nosotros no nos vale. El sistema económico es un sistema real, pragmático, en el que tenemos que tener las decisiones en el terreno de juego.
—Otro tema que se está negociando es la reforma laboral. ¿Cuáles son sus líneas rojas?
—Para cualquier reforma, ya no solo la laboral, la palabra competitividad no se puede perder. No podemos imponer unas condiciones a la empresa con las que las saquemos del mercado, porque la empresa española tiene que competir con el resto de empresas. Además, si tú haces inviable realmente la subcontratación por las condiciones que le impones, acabas con la pequeña y mediana empresa. Pero claro, si lo que pretendes es acabar con la pequeña y mediana empresa para que fueran todas muy grandes y fueran nacionales, pues entonces están en el camino, pero yo no lo comparto.