Los apagones en Cuba atizan el descontento social con el régimen comunista
Los apagones se han convertido en el reto principal del Gobierno cubano, según los expertos, que destacan el lastre que suponen para una economía ya en crisis, la imposibilidad de atajarlos a corto plazo y su capacidad para atizar el descontento social.
Es un problema endemoniado: tremendamente costoso, sin soluciones sencillas o rápidas, con enormes ramificaciones que permean en toda la economía y en la sociedad cubana, y elementos fuera del alcance del Gobierno, señalan a Efe en sendas entrevistas seis economistas, historiadores, politólogos y abogados.
«Es evidente que la situación energética se les ha escapado de las manos», asegura el exdiplomático cubano y politólogo Carlos Alzugaray.
Las centrales termoeléctricas del país –responsables de dos tercios de la energía– están obsoletas y faltas de repuestos, mantenimiento e inversión. Además requieren de combustible en un momento en el que Cuba tiene grandes dificultades para surtirse de petróleo, por sus problemas financieros y las dificultades de Venezuela, su principal proveedor.
«El Gobierno no tiene cartas que jugar: el sistema está en crisis, no hay solución a largo plazo a la vista y tienen que tratar de manejar esto lo mejor que pueden», señala a Michael J. Bustamante, profesor asociado de Historia de la Universidad de Miami.
La economista cubana Tamarys Lien Bahamonde describe la situación como «un edificio a punto de caerse que sufre un terremoto». Bahamonde recuerda que los apagones no solo afectan los hogares –en los 2000 el Gobierno emprendió una «revolución energética» en la que puso cocinas eléctricas a miles de casas–, sino también a los negocios y al sector agroalimentario. Hay un «efecto en cadena» que los apagones tienen en la economía, que lastran del turismo al transporte.