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El corte del gas ruso agudiza las dificultades sin empezar el frío

El temido repunte de precios tras la decisión de Moscú impactará más en familias y empresas

Scholz tras la rueda de prensa en la que anunció las millonarias medidas de alivio. HANNIBAL HANSCHKE

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León

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Toda Europa esperaba una interrupción total del gas procedente de Rusia, porque las señales así lo anticipaban. Pero casi ningún gobernante atisbó que sería en estos primeros días de septiembre, cuando aún no ha finalizado el verano, el momento en el que el Kremlin iba a cerrar el grifo que abastece a buena parte de los socios comunitarios, anticipando el ‘otoño caliente’ y en plena recomposición de los presupuestos familiares y de las empresas para hacer frente a la cuesta de septiembre.

El primer impacto de la drástica medida que anunció la compañía energética rusa Gazprom el viernes por la tarde se verá reflejada previsiblemente este lunes en una mayor volatilidad de los precios del gas en el mercado internacional. En las últimas jornadas, la cotización había descendido notablemente desde los 350 euros/Mwh que llegó a alcanzar el pasado 21 de agosto, hasta los 215 euros/Mwh en los que cerró el viernes, cuando aún no se conocían las intenciones del Kremlin con el suministro a través del Nord Stream I, que une su país con Alemania. La evolución de los futuros del gas, con la referencia del TTF en Amsterdam, siempre va ligada a los acontecimientos derivados de las decisiones de Rusia. Y no son descartables nuevos incrementos de precio en las próximas jornadas.

Al compás de que la cotización del gas en el mercado internacional se mantenga tan elevada como ahora mismo, por encima de los 200 euros/Mwh, las familias y las empresas seguirán sufriendo sus consecuencias de forma directa. Porque casi la mitad de la producción de luz en España se generaba estos últimos días a través de las centrales de ciclo combinado que usan gas. Hasta un 45% del mix eléctrico procedía de esas plantas, según Red Eléctrica. Un registro inusualmente elevado que se explica por la falta de producción en las renovables: apenas hay viento para las eólicas, las hidroeléctricas están al mínimo por la sequía y las solares se encuentran en su máxima potencia posible instalada.

Mientras la situación meteorológica continúe así, es necesario tirar del gas para producir electricidad. Y con ello, la factura seguirá siendo elevada a pesar del efecto que tiene el tope ibérico al limitar el precio de esa materia prima, aunque después hay que compensarlo a las gasistas. El ahorro medio con respecto a los precios disparados de Europa es de un 15%, pero el mecanismo no consigue que el recibo baje, que es lo que siguen esperando los ciudadanos de cara a los próximos meses.

El precio del gas sí puede verse influido esta semana que comienza hoy por otras señales, que ya han dejado su efecto en el mercado: la probable intervención de los precios auspiciada por la Comisión Europea. Bruselas está dispuesta a limitar el precio del gas, tras percatarse de que la volatilidad actual no responde exclusivamente a la tensión generada por Rusia, que se beneficia de estos precios tan elevados.

El día clave será el viernes 9, cuando se reúnen los ministros de Energía de la UE en Bruselas para iniciar la negociación sobre esa intervención del mercado. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, quiere que sea «urgente» y que se ponga en marcha cuanto antes, aunque será complicado ver nacer la normativa en pocos días. Hablamos de semanas, habida cuenta de los tiempos característicos de este tipo de decisiones en el seno de la UE.

La otra gran derivada de esta crisis energética, y del corte del Nord Stream I por Rusia, es el temor a la falta de suministro. Por ahora, las reservas de gas de los países europeos se encuentran, de media, ampliamente por encima del 80% de su capacidad. Aunque existen diferencias notables. En España, por ejemplo, ese porcentaje es mucho mayor y cuenta además con el respaldo de sus regasificadoras, a las que siguen llegando los buques metaneros con gas natural licuado (GNL) procedentes de países como Estados Unidos, el nuevo gran aliado energético de la UE.

Antes de que finalice este mes de septiembre, los 27 gobiernos comunitarios deberán haber remitido a la Comisión Europea su plan de contigencia energética. Este programa se envía todos los años, pero en esta ocasión, con el agravante de la invasión de Ucrania y los movimientos inesperados de Moscú, se hace necesario incluir escenarios extremos para prever medida que también serían históricas a cuenta del suministro.

Mientras tanto, Europa contiene la respiración a la espera de alguna nueva iniciativa de Rusia mientras sigue incrementando esas reservas, claves para que la industria no pare en invierno y las familias no se vean abocadas a apagar su calefacción.